Negros nubarrones
El polvo del Sahara cubre nuestros cielos, la sensación de agobio que acarrean esas partículas invisibles que lo inundan todo aumenta a medida que el calor nos asedia. La población dominicana, molesta por tantos problemas que nos amenazan, tendrá otro ingrediente para sentirse mal, muy mal. El verano es la temporada en donde la sangre hierve y los problemas cristalizan en asonadas, tumultos y protestas por doquier. Esto no es una característica nuestra, es una disposición mundial, pero en nuestro caso, existen muchos ingredientes climáticos que contribuyen a la exasperación que se puede traducir en protestas violentas. No solo es el calor y el polvo del desierto, las tormentas y los peligrosos ciclones son también ingredientes que se suman a nuestro malestar general, a esto se agrega el hecho de que ha temblado dos veces en pocos días. La situación es explosiva, como una carga de dinamita a punto de ser encendida con un fósforo, el detonante puede ser cualquier incidente, aparentemente insignificante, una vez encendida la mecha, la explosión es prácticamente inevitable.
El pueblo está definitivamente molesto por la corrupción, el costo de la vida, el tráfico imposible, la delincuencia rampante, los apagones que han arreciado en medio del calor sofocante. No hay campeonato mundial de fútbol que pueda servir como atenuante, solo un cambio rápido y radical de políticas y conductas podrá detener esta explosión anunciada. Dios nos coja confesados…