Listin Diario

Trato a turistas

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA MARTES Y SÁBADO

Aunque reside en los Estados Unidos, donde trabaja para el Estado, ha echado raíces y tiene tres retoños, mi hija Julissa es -y se siente dominicana de pura cepa. Con gran sensibilid­ad y con estudios de hotelería, sabe el daño que se le ocasiona a su país en términos de imagen y de pérdida de divisas cuando al turista no se le ofrece el mejor trato en aeropuerto­s, en las calles o en cualquier punto de servicio que visite. Este domingo, mientras esperaba vuelo para regresar a Filadelfia, fue testigo de una desagradab­le situación en perjuicio de una familia americana a la que en el aeropuerto José Francisco Peña Gómez querían quitarle los souvenirs (una botellita de Brugal, una pequeña bebida con raíces o Mama Juana y dos plaquitas con la bandera dominicana). Me dice que le dio mucha rabia, y que al no haber buena comunicaci­ón con los afectados, ella intervino, tradujo y, literalmen­te, se fajó a pelear con la gente de Migración, ante lo que considerab­a un abuso que, por demás, le hacía daño al turismo del país. Al final, le dejaron pasar los regalos, y la familia vi- sitante –todos muy asustados o preocupado­s porque creían que habían hecho algo ilegal– fue muy atenta y agradeció la ayuda para salir del trance en el que se vieron (¿). Y en verdad, fue un mal rato y un daño innecesari­o para un extranjero, me escribía. Y algo más: “Yo les explicaba que esos eran recuerdos que ellos iban a compartir con otros americanos y que eso podría ayudar a que otras familias se interesara­n por conocer nuestro país y sus cosas”. Pedí hablar con alguien de mayor jerarquía –continuó– para que me explicara por qué a unos le dejaban pasar las cosas y a otros no, como pude ver. Creo que las leyes y normas deben ser uniformes, para todos por igual. O sea, las cosas están permitidas o no están, y punto, pero no afectar solo a extranjero­s en algunos casos. Refiere que, para colmo, los afectados no sabían lo que estaba pasando, y que a ella alguien de Migración llegó a preguntarl­e que, si no formaba parte de esa familia, por qué se metía en una conversaci­ón ajena, a lo que le respondió que: “primero, por la imagen dominicana y, luego, porque es una familia que me trata con el mismo respeto en su país, donde vivo y tengo mis hijos”. Lo filtro, para que con el turismo lo hecho con las manos no lo dañen con los pies (¿).

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