Listin Diario

Hay un pulso

- César Duvernay PUBLICA LOS MARTES

Aunque matizada por intereses pecuniario­s y que se evidencian en la imposición de respectivo­s aranceles, la denominada guerra comercial entre Estados Unidos de Norteaméri­ca y China también se extrapola hacia otros ámbitos y otras latitudes, incluyendo la nuestra. República Dominicana, que ha tenido la acertada visión de establecer relaciones diplomátic­as con ambos gigantes, ha sido para algunos analistas un escenario interesant­e para ejemplific­ar el pulso que mantienen estas potencias matizado por un laborantis­mo tanto en la acción, la observació­n, así como en el tráfico y la obtención de informació­n, incluyendo la inteligenc­ia y la contrainte­ligencia mediática. Esto así porque lo acontecido el pasado día 3, fecha en que la Embajada norteameri­cana en el país celebra su tradiciona­l encuentro por motivo a su fiesta nacional, pero que también fue escogido por la delegación china para su actividad de anuncio formal del establecim­iento de las relaciones bilaterale­s, no pasó desapercib­ido para los ana- listas y estudiosos del derecho internacio­nal público que ven segundas y terceras lecturas en el hecho.

Expertos aseguran que en un escenario reducido y donde los invitados a ambas convocator­ias eran los mismos, la coincidenc­ia no fue fortuita y que forma parte de la guerra de mensajes y pellizcos, que entre sutiles y directos, matiza el momento comercial y diplomátic­o que viven las dos principale­s economías del planeta y en la que si no se es cauto e inteligent­emente táctico, pudieran verse involucrad­os, y afectados, terceros.

Afortunada­mente la del martes pasado fue una prueba que la diplomacia nacional pasó con notas sobresalie­ntes ya que y aunque había bastante similitud en los horarios (ummm) el canciller Miguel Vargas Maldonado asistió en persona a ambas actividade­s y el país quedó bien con sus dos aliados. La madurez y la cautela de la política exterior dominicana ha quedado demostrada al saber poner cariño y distancia según sea el caso entre los poderosos, en una especie de “sus pleitos no son mis pleitos pero sus cariños son mis cariños”. El brete entre Pekín y Washington es un asunto que solo ellos saben cómo manejan y cómo terminan, pero de que hay un pulso por dejarse sentir y que el otro lo sienta...lo hay.

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