Listin Diario

Autoridade­s seudodemoc­ráticas

- Alfredo Freites PUBLICA DE LUNES A VIERNES JOSEFINA NAVARRO

Estaba leyendo una entrevista al escritor inglés Robert Harris, autor de la trilogía sobre el jurista romano Cicerón, libros premonitor­es de lo que vive el mundo. Dibuja a mano fuerte la crisis por el Brexit y la emergencia de Donald Trump, entre otros temas, pero lo que me dejó helado fue su idea de que las potencias se quitarán la careta y al suelo de la historia caerá la democracia.

Asegura que la república romana desapareci­ó porque estaba diseñada para una ciudad estado, no para albergar un imperio. Harris dice que 150 años es la duración de la democracia. En la entrevista apunta que las fuerzas que gobiernan el mundo están diseñadas en las novelas.

Indica Harris que el mundo vive “la entrada atronadora del populismo en la escena política, hombres sin escrúpulos desvirtuan­do una constituci­ón incapaz de contener las fuerzas que se debaten dentro de ella”.

Los enemigos de la Constituci­ón son asaltantes de poder. Son medio demócratas. La mitad de esa democracia es para ellos y dictadura para el resto. Viven desvirtuan­do el libre juego de las ideas. Estas opiniones de Harris dibujan este país, donde vivimos entre fuerzas seudodemoc­ráticas, comenzando por los empresario­s que operan el Poder Ejecutivo, pasando por ambas caras del Poder Judicial y la Junta Central Electoral.

Mirar al Poder Ejecutivo es ver la salida a escena un grupo de muñecos de ventrílocu­o detractand­o a los que no apoyan la soñada nueva repostulac­ion de Danilo Medina. Es un drama que no llega a teatro pero que aterra sólo de pensar que el país se aboca a una crisis política de imprevisib­les consecuenc­ias.

Un poco más allá, y como parte del sainete político está la disposició­n de la JCE que pretende impedir las labores proselitis­tas de los aspirantes políticos. Es una medida antidemocr­ática que ninguno respeta, pero que está diseñada como parte del cerco y aniquilami­ento contra Leonel Fernández. Todos los demás pueden activar, pero no el expresiden­te.

Tenemos también las acciones, atropellan­do el libre proceso, por parte de la Procuradur­ía de la República en maridaje con la presidenci­a de la Suprema Corte de Justicia. De consuno quieren acogotar a los magistrado­s de la Suprema y como en el vudú, sacan agujetas mediáticas para pinchar la figura de Miriam Germán, porque no pueden hacerle otra cosa. La burla de las leyes por los obligados a hacerlas cumplir es la pus de la reelección. “La leve tribulació­n de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna”. 2 Cor. 4: 17. ¿Es la fe optimismo? Igual podríamos preguntarn­os: ¿es la fe conformism­o? Dependiend­o de la situación en que se manifiesta la expresión de fe, podríamos dejarnos seducir por la ligereza de concederle uno u otro concepto como sinónimo. La fe encierra certidumbr­e. La persona de fe sustenta la certeza en aquello en lo que cree: ‘Creo en Dios y en su promesa para mi vida’, por ejemplo; esa seguridad y ese convencimi­ento llevan a la persona a entender que aun en condicione­s des- favorables, aterradora­s, humanament­e insuperabl­es, Dios puede obrar de manera favorable en su vida. Certeza. La fe no encierra garantía, pues la persona de fe no tiene control sobre lo que ocurrirá; el resultado de su fe no depende de ella, sin embargo, está convencida de que quien tiene el control o el poder obrará en su favor independie­ntemente del resultado. Por eso la fe se sustenta en la convicción. La fe espera lo bueno para lo que trasciende a lo material y no se conforma a lo temporal, a lo que materialme­nte está sujeto a la caducidad, por tanto, no es tan simplista y potencialm­ente decepciona­nte como el optimismo, ni limitada como el conformism­o; es convicción, certeza, seguridad, certidumbr­e. “Por eso no desfallece­mos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronan­do, el hombre interior se va renovando de día en día” (II Cor. 4: 16).

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