El drama haitiano o las dominicanas barbas en remojo
LA FRASE. –
Se dice que es de la autoría de Albert Einstein, aunque también es atribuida a Mark Twain y a Benjamin Franklin; pero eso es lo que menos importa ahora, pues de lo que se trata es de que el país rinda homenaje a una frase que los dominicanos necesitamos escuchar con la atención de un buen músico, y aplicar con el esmero de un artesano, en especial el santo gobierno nacional. La frase es esta: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar obtener resultados diferentes”, lo que a nuestras autoridades les viene de perlas, ahora que la Policía ha sido rebasada por los recientes hechos de violencia, y han decidido sacar –una vez más– la guardia a las calles para retomar los conocidos patrullajes mixtos que –como siempre– alejarán a los delincuentes de las calles los primeros días, hasta que el tedio venza al patrullaje, se retomen los vínculos primarios, se distienda la atención, funcionen las colindancias fraternas... y vuelva a rodar la rueda. Es aquí cuando surge la pregunta: ¿y lo de la creación de una Policía Nacional capacitada, bien pagada y con una especial cobertura de protección hacia sus miembros y sus familias, para cuándo?
PRIORIDADES PRIORITARIAS Y PRINCIPALES . –
El país todo y su gobierno, tienen que definir sus prioridades y actuar en consecuencia. No es justo que tengamos una Policía con los recursos, capacitación y salarios de la agencia policial de Biafra o Burundi, y al mismo tiempo, el Estado cuente con funcionarios pagados y montados como si fueran noruegos o daneses, y hasta mejor. La escala salarial de los servidores públicos no puede ir de 13 mil hasta un millón de pesos, y para arreglar eso, hasta una ley existe, pero “obras son amores y no buenas razones o intenciones”. Una policía no puede patrullar en vehículos destartalados, mientras algunos funcionarios –sin ser Presidente ni Vicepresidente de la República–, se transportan en jeepetas cuyo precio supera los cinco millones de pesos, a pesar de que existe una orden presidencial que limita la compra de jeepetas a 60 mil dólares (¡y mucho es!).
FMI: FRÍO COMO UN VERDUGO, IMPLACABLE COMO UN BANQUERO. -
Ahora que arde Haití en su pobreza y en su violencia, es justo la hora que el gobierno defina sus prioridades, y evite la locura que es “hacer lo mismo una y otra vez y esperar obtener resultados diferentes”. Sólo para que conste en acta, y para quienes han olvidado nuestras pobladas de abril de 1984, anotamos aquí que las protestas que se iniciaron el viernes en Haití son el resultado de un incremento entre un 38% y un 51% en las tarifas de los combustibles, exigido por el FMI como parte de un acuerdo que obliga al gobierno haitiano a reducir los subsidios a los hidrocarburos, sin importar el costo social de la medida. Como ven, el FMI no ha cambiado nada y sigue siendo implacable como un banquero, despiadado como un portero de puticlub, y cruel, tan cruel como esa mujer (andaluza de Jaén) que se sabe demasiado amada. Más que una medida, estos aumentos han sido para Haití la chispa que encendió la pradera de la indignación de un pueblo que, por no tener, no tiene ya ni esperanzas. Las barbas del vecino están ardiendo, a ver qué vamos a hacer nosotros con nuestro “candado” y con nuestro bigote.
ESTAMOS A TIEMPO, ESTAMOS A TIEMPO. –
Si la corrupción y su siamesa la impunidad son un rayo que no cesa; si la exclusión y la inequidad sociales disminuyen, pero no como debieran a partir de nuestro crecimiento económico; si la delincuencia perturba, y el miedo de los ciudadanos aumenta como verdolaga, entonces, podemos decir que para el colapso de nuestro actual sistema de partidos sólo falta una chispa: la chispa de la crisis económica; y los dominicanos no podemos olvidar que este país –superada la crisis financiera de 2003–, tiene ya 15 años con una economía estable, creciendo como pocos en el continente, y recibiendo más inversión extranjera que nuestros vecinos. No olvidemos los ciclos, las altas y bajas de toda economía. Entonces, si como se sabe, en el tema económico hay factores que no dependen de nosotros –precios del petróleo, precio de las divisas, afluencia de turistas, y la marcha de la economía estadounidense (Trump en pleito con medio mundo) de la que tenemos una gran dependencia–, bien harían nuestras autoridades en controlar y sobre todo mejorar los factores que sí dependen de él, como la corrupción, la impunidad, la inequidad, y sobre todo la inseguridad ciudadana, el miedo, y esa “certidumbre posible” del asalto, la muerte. Estamos a tiempo.