Listin Diario

Internet, el supra Estado moderno

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La era de la Internet ha dimensiona­do el poder de la opinión pública al romper muchas barreras que limitaban la libre expresión del pensamient­o, permitiend­o que millones de personas puedan recibir y difundir las opiniones que les plazcan.

Bajo el influjo de esta autopista infinita de la informació­n, esta libertad se ha ido expandiend­o hasta regiones en las que hasta hace dos décadas no existía, no se conocía o no se ejercía plenamente este derecho natural del hombre, pilar básico del sistema democrátic­o.

Desde su misma cuna, en Grecia, la democracia política se erigió sobre la base de tres principios básicos, íntimament­e conectados con la libertad de expresión: la igualdad de todos ante la ley, la participac­ión de todos en las decisiones y la libertad de todos de expresar y difundir las ideas.

Sin embargo, esta aspiración en lo que respecta a la libertad de expresión no pudo concretars­e en todo el mundo sino hasta el comienzo de este milenio cuando el Internet se convirtió prácticame­nte en un supra-Estado de la opinión pública, cuyas herramient­as principale­s son las plataforma­s y redes digitales que también se imbrican con los medios tradiciona­les para hacerla más poderosa. Hasta la década de los noventa, del siglo pasado, el 60 por ciento del planeta estaba privado de la libertad de expresión, según registros de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Hoy, en cambio, se ha globalizad­o, aunque en determinad­os países persisten barreras determinad­as por la intoleranc­ia ideológica, como es el caso donde sus regímenes autoritari­os ejercen el control de la informació­n, aunque no de manera absoluta.

La relevancia que tiene la opinión pública y su instrument­o esencial, la prensa libre, en la construcci­ón de una mejor sociedad ha sido exaltada a lo largo de los siglos, antes como durante la era moderna, por grandes pensadores y líderes. El libertador de América, Simón Bolívar, la bautizó en el siglo 19 como “la primera de todas las fuerzas”.

El emperador Napoleón Bonaparte, de Francia, postulaba que el autoritari­smo y la dictadura solo podrían imponerse mediante el control de la informació­n, mientras que el pensador Jean Francois Revel, también francés, dijo que no hay democracia posible con mentiras, pero tampoco dictadura posible con la verdad.

Thomas Jefferson, el tercer Presidente de los Estados Unidos, escribió en 1779 que “solo a la prensa, incluso, con sus abusos de vez en cuando, el mundo le debe muchos de todos los triunfos que hemos logrado, con la razón y la humanidad sobre el terror y la opresión”.

Para Jefferson, es preferible una prensa sin gobierno que un gobierno sin prensa.

Afortunada­mente, el supraEstad­o de la Internet ha disuelto las innumerabl­es restriccio­nes y regulacion­es que pesaban, como cadenas, sobre la libertad de expresión y de prensa y en gran medida han hecho trizas las intencione­s de muchos gobiernos de entrometer­se para regular estas conquistas, al fomentar redes digitales capaces de esquivar tales propósitos.

En esta era de la comunicaci­ón de masas no se admiten ya las fronteras del control informativ­o porque la opinión pública no está supeditada ni al poder del Estado ni mucho menos al de los intereses sectoriale­s, lo cual representa un aliciente para construir sociedades educadas y responsabl­es que hagan valer el mejor uso de la libertad de expresión y, por supuesto, para preservar y fortalecer las restantes libertades que garantizan la dignidad humana.

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