ETAPA DE TRANSICIÓN
HAY QUE PRESTAR ATENCIÓN A LA ADOLESCENCIA.
La adolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la adultez, donde el grupo de referencia suelen ser los amigos y el mundo externo y se suele cuestionar todo lo transmitido a través de las figuras de autoridad.
Podría pensarse que los niños y los adolescentes no son víctimas de trastornos mentales, sin embargo, está comprobado que sí son vulnerables a padecer estas enfermedades. En el caso de la adolescencia, en la que se presentan cambios en diferentes áreas del desarrollo físico, mental, biológico y emocional pueden existir conductas esperadas de este proceso de cambios que se pueden confundir con síntomas de algún tipo de trastorno de la personalidad.
En la adolescencia los trastornos de la personalidad se definen como un conjunto de conductas, pensamientos y emociones que no se corresponden con las normas y patrones normales de comportamiento de la sociedad, manifestándose a través de inadaptación en todas las dimensiones (familiar, escolar y social).
Las principales causas que originan estos trastornos se asocian con factores genéticos, biológicos y sociales, de ahí la necesidad de estar pendientes de la conducta ya que dependiendo del tipo de trastorno, los síntomas varían. Algunos patrones de conducta comunes a tomar en consideración son:
Comportamientos ausentes de armonía, perturbadores y nerviosos que afectan a la relación con los demás.
La forma de percibir el exterior, el escaso control de la impulsividad y tendencia a no medir consecuencias. Esto podemos observarlo proyectado en el manejo de las publicaciones de las redes sociales.
Estos comportamientos son duraderos y constantes a lo largo del tiempo; no se dan de manera puntual. Los trastornos conllevan una desestabilidad notable en la persona y un malestar contínuo.
Deterioro de las relaciones sociales y del rendimiento escolar. En el ámbito de la salud mental el diagnóstico debe ser siempre realizado por profesionales.
A continuación, mostramos una descripción de los tipos existentes y una breve explicación de los principa- les síntomas de cada uno.
Es importante aclarar que he elegido citar solo algunos de los trastornos de la personalidad, no todos. La elección de estos esta motivada por la frecuencia de los casos observados en la adolescencia. En esta ocasión no citamos trastorno del estado de ánimo (depresión, trastorno bipolar, etcétera) solo estaremos enfocados en el desarrollo de la personalidad.
Extraña/excéntrica
Trastorno paranoide de la personalidad: se caracteriza por la realización de interpretaciones erróneas de lo que rodea a la persona, convirtiéndola en desconfiada y recelosa. Suelen ser frías y distantes. Es importante destacar que cualquier persona puede sufrir en algún momento puntual un episodio paranoide (“me quieren engañar”, “se están riendo de mí”) y no por ello se presenta un trastorno de la per- sonalidad. El problema viene cuando estos episodios son manifestados contínuamente y de manera habitual.
Trastorno de personalidad esquizoide: se caracteriza por un distanciamiento considerable de las relaciones sociales; no se disfruta de la compañía del grupo de iguales ni del grupo familiar, por esta razón elige siempre las actividades en solitario. Muestra frialdad emocional, indiferencia hacia los halagos o críticas que recibe.
Trastorno antisocial de la personalidad: se caracteriza por una pérdida de los valores de las normas sociales, manipulación y explotación de los derechos de las personas y la carencia de empatía y remordimientos; se asocia con la psicopatía.
Diversos estudios afirman que haber sufrido maltrato infantil es un detonante para la aparición de este trastorno. Su detección es posible antes de los 18 años, ya que se desarrolla frecuentemente durante la adolescencia, aunque no se puede diagnosticar antes de dicha edad.
Trastorno límite de la personalidad o personalidad límite: existencia de inestabilidad en las relaciones interpersonales y autoimagen. Carácter excesivamente impulsivo; tendencia a realizar esfuerzos furiosos y descontrolados para evitar el abandono, ya sea real o imaginario. Presentan episodios de ira intensa y dificultades para controlarla. En sus relaciones sociales muestran alternancia entre la idealización y la devaluación de las demás personas.
Trastorno de la personalidad narcisista: los rasgos son muy frecuentes en la adolescencia, aunque no indican que la persona necesariamente vaya a sufrir este trastorno. Se caracteriza por una necesidad de admiración hacia su persona por parte de su entorno y un gran sentido de autoimportancia. Piensa que es más importante y especial que las demás personas y por lo tanto, su círculo social debe estar formado por instituciones o entidades de gran prestigio y estatus. Carece de empatía y con frecuencia siente envidia hacía los demás o piensa que es envidiado/a.