Einstein, físico y espiritual
El sabio Albert Einstein murió el 18 de abril de 1955. Cerró sus ojos, abriendo los ojos del mundo con sus grandes aportes a la física desde un discernimiento que pocos cerebros pueden desarrollar. Su corazón también se detuvo, pero antes defendió la tolerancia, el humanitarismo y la justicia. Su legado científico todavía hoy nutre la conciencia de la humanidad y se le debe tanto como a Galileo, Isaac Newton y otros sabios de la antigüedad.
Einstein, descendiente de judíos, nacido en Alemania, cursó estudios en Suiza; desarrollando una imponente obra de reflexión sobre física teórica, colocando en la cima en 1905 su “Teoría de la Relatividad Restringida”, sobre la inercia de la energía y las leyes cuánticas que rigen la emisión y absorción de la luz.
Como figura estelar de la ciencia contemporánea, en 1912 demostró la naturaleza no Euclidiana del Espacio, revolucionando así la historia de la física. El científico no dudó en utilizar el enorme peso de su prestigio para mostrar su parte espiritual, defendiendo la tolerancia, el humanitarismo y la justicia, por lo que tuvo que abandonar Alemania siendo columna de su cultura, al llegar los nazis al poder con su cruel antisemitismo.
En 1933 escribió con Sigmund Freud el folleto “¿Por qué la Guerra?”, que no consiguió detener el curso de acontecimientos. Poco después se trasladó a EEUU y comenzó a enseñar en la Universidad de Princeton. Catorce universidades de todo el mundo se honraron concediéndole el título de Doctor Honoris Causa, y en 1921 recibió el Premio Nobel.
Hoy los “sabios” de la política vernácula deben mostrar por encima de intereses materiales, la capacidad y vocación de servir a la sociedad con un alto sentido de equidad, que no es más que ser justos en la administración del patrimonio de todos.
La sabiduría de Einstein no se apartó de los valores humanitarios de reconocer que en la tolerancia está cifrada la concepción de equilibrio más efectiva para alcanzar la paz social, y con ella el bienestar de toda una nación. El mensaje de uno de los más grandes pensadores de la humanidad no solo trascendió en el acervo cultural de los pueblos, sino que también su corazón se abrió espiritualmente para concertar en la conciencia de los individuos la fuerza de la justicia social.