Presión no siempre es xenofobia
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha expresado, a través de su ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, que “los venezolanos que han emigrado hacia Colombia y Perú son víctimas de actos de xenofobia, que estarían siendo impulsados por los gobiernos de estos países a través de medios de comunicación”.
De hecho, Latinoamérica ha sido bastante solidaria con las penurias de los venezolanos, abriéndoles las puertas desde hace varios años. Hasta ahora, y de acuerdo con cifras emitidas por las Naciones Unidas, Perú da albergue a 400,000 inmigrantes venezolanos, Colombia a un millón. En Argentina, unos 9,800 ciudadanos venezolanos llegaron a este país solo en enero de este año. Sin contar los que viajaron a República Dominicana, Bolivia y Chile. Brasil se queja de que ingresan a su país entre 700 y 800 venezolanos por día, o en su defecto, 130,000 desde el año 2017.
Por solidarios que quieran ser los países en la amplia frontera de Venezuela, una cantidad global de alrededor de 2.3 millones de personas que se ha desplazado desde la patria de Bolívar, es una carga pesada para los lugares donde se asientan, y los choques son inevitables.
Ante tal circunstancia, varios de los países han decidido tomar medidas que, aunque impopulares, pretenden controlar las llegadas.
El mandatario brasileño, Michel Temer, decidió limitar la entrada de los inmigrantes (de 100 a 200 personas por día) y dispuso movilizar a miembros de las Fuerzas Armadas, sin cerrar la frontera, “para reforzar la seguridad”.
En el caso de la comunidad Pacaraima, en Roraima, Brasil, hubo violentas protestas en la que se quemaron tiendas de campaña de inmigrantes, luego de la supuesta muerte de un brasileño en manos de venezolanos.
La OEA se reúne el miércoles 5 de septiembre, y la Comunidad Andina inició ayer un encuentro para buscar una solución al conflicto. Mientras, el gobierno de Maduro lanza como un gran logro que miles de inmigrantes han pedido regresar a su país, y el Parlamento, de mayoría opositora, extenderá la vigencia de los pasaportes. Sin embargo, restringir las cuentas de bancos a los venezolanos que viajan al exterior, es una medida de efecto dañino inmediato para los viajeros forzados.