LA PANDEMIA DE LOS ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Mientras no se asuma, con una explícita política de Estado, la pandemia que representan los accidentes de tránsito y las abrumadoras violaciones de las leyes que cometen los conductores y transportistas, este país nunca podrá aspirar a una verdadera seguridad vial. Día a día, mes por mes, las inconductas de los conductores dejan saldos luctuosos cuantitativamente mayores a los que podrían producirse por causa de epidemias u otros problemas de salud.

Solo en los últimos 34 días se produjeron 39 muertes y numerosos casos de personas heridas en distintos tipos de accidentes viales, y esa constante se mantiene todos los años convirtiendo al país entre los primeros en el mundo con alta tasa de muertes por esta causa.

Respecto a las infracciones a las leyes del tránsito, un solo detalle ilustra el nivel de tolerancia de las autoridades frente al problema: en una semana se registraron 1,684 multas por distintas violaciones, entre ellas 647 a conductores de vehículos que transitan sin luces.

Es de esperar que si los conductores o propietarios irresponsables no se han tomado la molestia de corregir este defecto, tampoco se animen a pagar multas, otra de las “costumbres” más arraigadas en este caótico y salvaje mundo del tránsito. Por más quejas que se han expresado en relación con los frecuentes eventos en que patanas y vehículos pesados se vuelcan, se deslizan o chocan en nuestras calles y carreteras, a causa de manejo temerario o patentes desgastes de gomas y piezas, nada se ha hecho para contener esta hemorragia de accidentes. Ni siquiera se ha tomado alguna medida contundente para evitar el uso de gomas lisas ni para retirar de circulación a miles de vehículos que ya no deben de circular por nuestras vías públicas poniendo en peligro las vidas humanas.

Habrá que seguir insistiendo en estas quejas hasta que por fin el Estado se decida a abrir los ojos y descubrir la magnitud de esta catástrofe.