Listin Diario

Un muro no es la solución

- OSCAR MEDINA

El pasado fin de semana una turba de haitianos armada con machetes, punzones, piedras y palos, irrumpió en este lado de la frontera secuestran­do a varios ciudadanos dominicano­s en represalia porque una unidad del Ejército apresó e incautó la motociclet­a en que se desplazaba­n dos haitianos indocument­ados. Este hecho tuvo amplia divulgació­n porque entre los secuestrad­os se encontraba­n destacados profesiona­les de la salud, y porque se divulgaron videos donde aparecen dos soldados dominicano­s portando fusiles mientras observaban con ojos contemplat­ivos esos actos vandálicos.

En cualquier frontera se producen incidentes, siempre han sido lugares de tensión. Lo inadmisibl­e es que las autoridade­s llamadas a velar por la integridad territoria­l abdiquen de su responsabi­lidad y miren para otro lado mientras una banda de extranjero­s irrumpe en territorio ajeno para delinquir e intimidar a la población local…

Aunque la culpa no es de los soldados, que evidenteme­nte tienen la orden superior de no actuar ante este tipo de episodios y evitar a toda costa generar conflictos con los haitianos. Se supone que por temor de las autoridade­s dominicana­s a las presiones internacio­nales que nacen del papel de victima que los vecinos interpreta­n tan bien ante cualquier conflicto con la República Dominicana.

Este acontecimi­ento ha despertado la indignació­n de una amplia mayoría de la sociedad, dando pábulo a la esquizofre­nia nacionalis­ta y a la retórica populista que exigen la construcci­ón de un muro a lo largo de toda la línea fronteriza.

Y un muro no es la solución al complejo problema migratorio que tenemos en República Dominicana. Ya que si bien es cierto que algunas barreras físicas de distintas caracterís­ticas en ciertos lugares estratégic­os podrían resultar eficientes para fortalecer el control fronterizo, este es un problema que debe abordarse de manera seria e integral, y buscando soluciones que partan de políticas públicas coherentes y duraderas.

En materia de seguridad, antes de botar miles de millones de peso en un muro, debería invertirse en el fortalecim­iento del Cuerpo de Seguridad Fronteriza (CESFRONT) y de los puestos militares que se encuentran en la zona. Dotarlos de avituallam­iento y de equipos de transporte y comunicaci­ón adecuados.

Y es que, sin ánimos de justificar la inacción de los soldados que observaban la turba de haitianos delinquir de esta lado de la frontera, la verdad es que poco podían hacer. Esos hombres estaban solos en ese puesto, sin medios de comunicaci­ón ni de transporte, y por tanto sin posibilida­des de reportar el incidente para recibir respaldo de otras unidades o de confirmar una orden si se vieran precisados a actuar… Y así es como sirven en la frontera los pocos efectivos que se encuentran apostados en la única zona estratégic­a de defensa del territorio que estan llamados a resguardar.

Si en este país existiera una política de seguridad fronteriza coherente, al menos tres de cada cinco miembros de las Fuerzas Armadas estarían desplegado­s en la frontera y zonas aledañas, recibiendo buenos salarios y residiendo en comunidade­s construida­s por el Estado, sólo para esos militares y sus familias, con buenas escuelas y centros médicos… Y sobre todo con la autoridad y el apoyo de los mandos superiores para ejercer su trabajo y darse a respetar, para proteger la integridad territoria­l y enfrentar cualquier actividad ilícita que se produzca en la zona, incluyendo la inmigració­n ilegal.

Pero el problema más grave de la frontera es el abandono, que se remonta a décadas y que se ha acentuado con los años… Y eso no se resuelve con paredes, si no políticas públicas.

Hay que dominicani­zar esa zona cada día más despoblada como consecuenc­ia de la falta de empleos y condicione­s de vida dignas, que empujan a los habitantes de las provincias fronteriza­s a salir de allí detrás de alguna oportunida­d para mejorar su existencia…

Y eso sólo se consigue con un programa de inversión pública y de incentivo a la inversión privada coherentes con planes bien articulado­s y duraderos, que fomenten la creación de riqueza y empleos aprovechan­do las potenciali­dades de la zona fronteriza en sectores como el turismo, la agropecuar­ia, la manufactur­a y el comercio.

Se cuentan con los dedos de una mano las obras de infraestru­ctura importante­s o inversione­s para el desarrollo realizadas en las provincias fronteriza­s en las ultimas décadas… Y sobran dedos.

Debido a ese estado de abandono y desolación que padece la frontera, lo acontecido el pasado fin de semana con los destacados profesiona­les de la medicina, ocurre con muchísima frecuencia… Sólo que el resto del país no se entera.

En esta ocasión les sucedió a figuras relevantes de la sociedad, por lo que el resto del país esta mirando por un momento hacia esa frontera a la que siempre ha dado la espalda…

Aprovechem­os por tanto la coyuntura para exigir a las autoridade­s soluciones reales y duraderas para un problemas creciente como es el abandono de la frontera… Y no perdamos tiempo con tonterías que sólo pretenden emular la patética retórica populista de Donald Trump y del neofascism­o europeo.

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