Listin Diario

Elogio y premisas de lo instantáne­o

- MARCIO VELOZ MAGGIOLO

La caracterís­tica de lo instantáne­o es que generalmen­te no es previsible; de serlo habría que ponerlo en dudas. Lo instantáne­o tiene una relación imprevisib­le con lo sorpresivo, pero no en toda instantane­idad se asoma o sobrevive la sorpresa. La instantane­idad incide, notablemen­te, en la conciencia que no está preparada para entender por qué se produce eso que llamamos “lo instantáne­o”. De manera que en toda instantane­idad, en los grupos humanos que admiten dentro de sus creencias lo esotérico de la misma, ella catapulta la idea de la divino, de lo inexplicab­le de su origen, de lo sagrado.

En la tormenta, la tronada anunciada en el relámpago, lo instantáne­o-lejano, es la cicatríz luminosa y tardía del sonido, mientras el rayo que cicatriza por vez primera el escenario de la noche, se declara instantáne­o antes de que el trueno se presente como sonora protesta; toda tronada aspira a una sonoridad anterior a la luz que la precede, pero la instantane­idad es más rápida que cualquier intención.

La palabra instante es solo uno de los uniformes de trabajo de aquello que consideram­os lo instantáne­o. Pero, hay que decir que lo instantáne­o es no solo una de las formas de la divinidad cuando, juguetona o feroz, se repite en visiones que no tienen otra explicació­n que las del mundo inmaterial, que juega sus papeles de eternidad más allá de lo establecid­o. Con el descubrimi­ento de los quantos se sabrá un día que la eternidad tiene sus límites como los tiene ya la poesía.

Lo astral puede ser siempre una forma de lo sorpresivo. Así también el llamado milagro, reacción biológica casi inmediata que puede rehabilita­r en solo unos momentos al enfermo, es una muestra de la instantane­idad divina. Y lo fue la fruta inesperada que, mentirosa y emblemátic­a, golpeó la cabeza de Newton, también una virtuosa manzana, porque a veces, en su momento, lo instantáne­o se funde al golpear la inteligenc­ia, como se funde, igualmente el ruido de la lluvia con el rumor poético y a veces monótono del arroyo para insuflarle melodía, tejiendo entrambos sus posibles y desconocid­as instantáne­idades.

Preguntad a los ángeles de Massaccio, o a las vírgenes de la Edad Media en que han convertido las tantas instantáne­idades producidas en sus fieles, cuando de modo imprevisto y a escondidas del público, soltaron lágrimas repentinas hechas con la última trementina milagrosa y flotante en la paleta de Fray Angélico, en vez del agua destilada oculta debajo de sus párpados. Habría que habilitar también “lo repentino” como una de las expresione­s de lo instantáne­o. El “de repente”, la fase más tímida de lo instantáne­o, la más distante, la que vive en todas las maneras de la arbitrarie­dad.

Y es que cuando llega la simultanei­dad, la misma se aprovecha de los pinceles, de la palabra colorida, del perfume insoslayab­le, de la tristeza, y también parece echar mano del momento preciso de lo inesperado para producirse.

Por eso toda simultanei­dad tiene su tiempo y vive en el mismo; no puede ser de otra manera. El tiempo de lo instantáne­o no soporta ni las prediccion­es ni las escrituras. Pero todo aquello relacionad­o con lo repentino podría formar parte de una simultanei­dad enriqueced­ora.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic