Listin Diario

“Lo que nunca imaginé”

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De pequeña Carmen Mercedes soñaba con vivir fuera del país, tener una mansión, viajar por el mundo y ayudar a su familia a tener un mejor estilo de vida. “Nunca imaginé que iba a terminar trabajando en una banca de lotería que ni mía es”, cuanta la mujer que hace 14 años fue deportada desde Europa a República Dominicana, acusada de pornografí­a infantil.

No tiene una cabellera abundante, pero los ademanes que hace con la cabeza, moviéndola de un lado a otro, dejan claro que ella sí cree tenerla. No es capaz de sostener la mirada, su actitud es esquiva, pero en todo momento mostró interés en contar su historia.

“Siempre he dicho que soy inocente, pero para la sociedad y el mundo soy una delincuent­e. Ese error del que me acusan acabó con mis sueños”, en este instante las lágrimas salen a borbotones como si tuvieran años contenidas. Había que esperar como también lo hicieron dos clientes que llegaron a la banca.

Se adueña de una valentía que no había dejado ver durante la entrevista. “Hoy con casi 50 años tengo pocas oportunida­des de crecer. No me preocupé por estudiar ni hacer vida en mi país. Me fui muy joven a Europa y aunque al principio trabajé duró y me iba muy bien, me junté con gente que no me llevó por buen camino, pero no pierdo la fe”, admite mientras le pasa el papel de su jugada a un joven que le pidió un palé de 25 pesos del 67 con el 30. “Ojalá te lo saques, Joselito”, le vociferó al muchacho, que según comentó, es una buena persona. Tiene dos hijos, ambos viven en Europa, y no es mucho lo que le mandan desde allá. Eso lo cuenta con tristeza, y los justifica: “Imagínese, quién quiere una madre que dé un mal ejemplo. Aunque yo diga que no tuve nada que ver en ese negocio de pornografí­a infantil, ya la vida me condenó para siempre. Por eso fue que intenté suicidarme, y de esto no me pregunten nada más”, termina su relato y da media vuelta para calcular unos números. Con un lapicero atado a su cabello, su colorida blusa, en esos momentos, emparada de sudor, y una evidente nostalgia por la vida que vivió y la que hoy vive, se despidió moviendo su mano derecha con timidez.

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