Listin Diario

SE REPARTEN ‘PACAS’ FUERON ABANDONADA­S

UBICACIÓN. SE DESCONOCE QUE EMPRESA HIZO LA DESCARGA EN EL SECTOR CAMBELÉN

- Adriana Peguero adriana.peguero@listindiar­io.com Hatillo, San Cristóbal LEA LA HISTORIA COMPLETA EN www.listindiar­io.com

Varias personas escogen piezas entre montones de ropa que según vecinos de Hatillo, en San Cristóbal, fueron abandonada­s en el lugar conocido como La Mina de Cambelén sin que hasta el momento se tengan mayores detalles sobre quién o quiénes llevaron las pacas. Reporteros de Listín Diario visitaron el lugar y comprobaro­n que se trata de ropa, nueva y usada, que según las versiones fueron llevadas en siete contenedor­es.

(+) Hay colchas finas, sábanas de seda, manteles bordados, fundas de almohadas, cortinas, alfombras, así como vestidos para todas las ocasiones.

Buscando “sus pinta para el año”, cientos de personas hurgan entre montones de ropas usadas que fueron llevadas en contenedor­es con la intención de enterrarla, pero la comunidad de Cambelén se enteró del “botín” y lo impidió.

Cuenta la gente que a mediados de diciembre pasado, entraron siete contenedor­es a La Mina de Cambelén y cuando salieron, fueron a ver qué habían guardado o enterrado allí y se encontraro­n con “una montaña” de ropa y se la cargaron para sus casas.

Ya estaban alertados de que llegaban más y se pusieron a esperar que apareciera­n otros contenedor­es para conseguir la ropa que utilizará su familia este año, cuando próximo a las 2:30 de la madrugada del pasado domingo escucharon unos vehículos pesados pasar por los frentes de sus casas y vieron que de nuevo bajaban una fila de contenedor­es.

Un joven que se identificó como Wilkin relató que en ese momento la comunidad empezó a levantarse de sus camas, salieron e impidieron que la ropa fuera enterrada nuevamente, por lo que a los conductore­s de los camiones no les quedó otro recurso que depositar la mercancía donde ellos les pidieron.

“Estábamos encueros y llegó ropa. Uno no sabe quién la tira, porque la botan, ni de dónde vienen, lo que sabemos es que nos ha resuelto un problema. Esto nos ha venido como anillo al dedo. Yo solo sé que vine vacío y me voy cargado de ropa sin pagarle un chele por ella a nadie”, dijo una señora que no quiso que publicaran su nombre. Ahora en La Mina de Cambelén, en vez de caliche, hay miles de piezas de ropa con las cuales sus habitantes han hecho un festín.

Colchas y manteles

Allí la comunidad ha encontrado colchas finas, sábanas de seda de marcas reconocida­s, manteles bordados, fundas de almohadas, cor- tinas, alfombras, así como vestidos para todas las ocasiones, blusas, pantalones de todos los estilos y colores, faldas, t-shirt, gorras, corbatas, medias diversas, calzoncill­os y bufandas.

También abrigos, interiores de hombres y mujer, togas, birretes, uniformes de karate, cuellos ortopédico­s, zapatos, muñecas, carros de juguetes, rodilleras y diversos artículos decorativo­s para el hogar.

Detrás de esta mercancía, llega gente de todos lados, pues según dijo un señor identifica­do como Ramón, detrás de las pacas van personas de Santo Domingo, de Haina, Nigua y otros municipios de esta provincia.

La gente llega en camiones, camionetas y motociclet­as, en busca de sus pintas.

“Yo conseguí ropa como nunca en la vida he tenido. Estrené una pinta cara el 24, estrené otra pinta full el 25, estrené el 31 otra ropa de pinta y el día primero me puse como un artista. Es más, yo he estrenado desde mediado de diciembre hasta hoy una ropa diaria. Fue Dios que llegó esto aquí”, comentó el joven Elías Mota, quien se veía muy alegre entresacan­do ropa y echando en un saco.

Desde las 3:00 de la madrugada del pasado domingo, la gente salió venciendo el frío que hace en la zona y todavía anoche continuaba como hormiguita­s, buscando ropa entre las ropas.

“Hoy yo estoy requitado, porque me llevé una paca entera para mi casa y tenía de todo. Esa fue una buena paca. Ahora yo voy empepillaí­to a la casa de mi novia”, dijo Mota.

La ropa llega en paca y a granel, pero a lo largo de un kilómetro aproximada­mente, hay ropa esparcida por la vía que da entrada a La Mina, pintando la carretera en multicolor.

Un joven de los que bus- caba ropa, encontró una chaqueta talla M y llegó hasta donde la reportera que escribió esta crónica y le dijo: “Mira lo que encontré para ti, está bonita, tómala que tú eres de la mía y sé que te queda bonita”.

Insistió diciendo: “Yo creo que usted cabe ahí y con ella puedes representa­r al LISTÍN DIARIO donde quiera que usted vaya. No me la desprecies, por favor”.

Continuó: “Pruébatela a ver, pruébatela a ver que está linda”, mientras una dama llegó con unas sandalias azules preguntánd­ole diciendo: “mira qué belleza de zapatos, ¿qué número calzas?”, para ofrecerlo como regalo, pero ambos no lograron su objetivo.

Cuando el equipo de LISTÍN DIARIO llegó, unos niños de aproximada­mente siete y diez años mostraron su enojo y dijeron que nos iban a caer a pedradas, porque no querían que eso lo subiéramos a las redes sociales, porque podíamos causar que le cierren La Mina.

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ADRIANA PEGUERO/LISTÍN DIARIO
 ?? ADRIANA PEGUERO Y JOSÉ ALBERTO MALDONADO/LISTÍN DIARIO ?? Camionetas. Detrás de la ropa usada lanzada en La Mina de Cambelén, en San Cristóbal, llegan cientos de personas en todo tipo de vehículos, los que salen cargados de mantas, cortinas, sábanas y guayaberas.
ADRIANA PEGUERO Y JOSÉ ALBERTO MALDONADO/LISTÍN DIARIO Camionetas. Detrás de la ropa usada lanzada en La Mina de Cambelén, en San Cristóbal, llegan cientos de personas en todo tipo de vehículos, los que salen cargados de mantas, cortinas, sábanas y guayaberas.
 ??  ?? El relato. Un joven que se identificó como Wilkin relató que en ese momento la comunidad empezó a levantarse de sus camas, salieron e impidieron que la ropa fuera enterrada nuevamente, por lo que a los conductore­s de los camiones no les quedó otro recurso que depositar la mercancía donde ellos les pidieron.
El relato. Un joven que se identificó como Wilkin relató que en ese momento la comunidad empezó a levantarse de sus camas, salieron e impidieron que la ropa fuera enterrada nuevamente, por lo que a los conductore­s de los camiones no les quedó otro recurso que depositar la mercancía donde ellos les pidieron.
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Lo que hay. En La Mina de Cambelén, en vez de caliche, hay miles de piezas de ropa con las cuales sus habitantes han hecho un festín.
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