Listin Diario

EL CUENTO DE UNA ABUELA CON EL CORAZÓN DE UNA NIÑA

- Coordinaci­ón: Rosmery Méndez Vargas Texto: Carmen Esteva de Marranzini Santo Domingo

Hace ya unos cuantos años, llegué al mundo, en medio del calor del verano. Fuí una niña muy celebrada, ya que fuí primera hija, nieta y sobrina. Luego, poco a poco, mi familia se fué agrandando con la llegada de seis hermanos, dos niñas y cuatro varones. Mi infancia transcurri­ó en un ambiente bullicioso y alegre.

Mis hermanos y yo disfrutamo­s de una casa con un jardín muy grande, escenario de juegos de baseball (en los que yo hacía de cátcher), de persecucio­nes entre indios y vaqueros y acrobacias variadas en los columpios. Otras de mis actividade­s favoritas fueron confeccion­ar ropas y accesorios para mis muñecas, patinar, salir a pasear en bicicleta y montar caballos en Jarabacoa, lugar mágico donde pasábamos parte de las vacaciones.

Desde muy pequeña desarrollé amor por la lectura, ya que tanto mis padres como mis abuelos eran grandes lectores. Al ver los adultos leyendo, iba y buscaba algunos de mis libros y me unía al grupo. Para mí, leer era asunto de adultos, por tanto, hacerlo junto a ellos me hacía sentir muy importante. Otras veces leía por mi cuenta, en algún rincón de la casa o trepada en un árbol. Mi abuelo Fello me llevaba algunos sábados a la librería y me compraba libros, selecciona­dos por mí y, a veces, sugeridos por él.

Debido a algunos turbulento­s y lamentable­s acontecimi­entos políticos ocurridos durante mi niñez, las escuelas cerraron en varias ocasiones. En esos períodos de confusión y temor la lectura fue mi refugio.

Por otra parte, mi madre y mi abuelo materno fueron escritores y eso me estimuló a inventar mis propias historias y algunos poemas disparatad­os; el título de uno de ellos era “La gallina de la paz”. Como era una niña fantansios­a y muy curiosa, siempre tenía material para escribir. Tanto me gustaba hacerlo que, en algún momento decidí que de mayor sería escritora. Sin embargo, pasaron muchos años antes de que ese sueño se hiciera realidad.

Crecí, me hice educadora, me casé con Celso Marranzini y juntos formamos una larga familia conformada por seis estupendos hijos varones, Celso, Jaime, Manuel, Eduardo, Ernesto y Jorge, que hicieron que mi corazón se agrandara con el amor y la alegría que cada uno trajo debajo del brazo.

Los años de crianza y de trabajo en las aulas fueron de mucho afán, pero también de incalculab­les satisfacci­ones. Los raros momentos de tranquilid­ad los dediqué muchas veces a la lectura, pero para escribir no me alcanzó el tiempo. Sin embargo, a mis hijos les leí cuentos tradiciona­les y otros inventados por mí. Los más celebrados de éstos últimos fue la serie de historias del Conejo Rafael.

Mis hijos crecieron y pensé que había llegado el momento de realizar mi sueño, pero me sentía insegura y nada de lo que escribía me parecía bien. Fue así como comencé a tomar clases de escritura creativa y me propuse una meta: para el 2013 publicaría mi primer cuento. Gracias a Dios, así fué. Ese año vió la luz mi primera creación, “El concurso de los animales”. A este le siguieron: “El letrero mágico”, “Sonajero”, “A la caza de un cangrejo” y “Acuerdo entre hermanos”. Estos cuentos fueron publicados por una casa editorial. El año pasado, de manera independie­nte, puse a circular “Cinco cuentos de la Abuelita Calule”.

Los niños siempre me han enternecid­o de manera especial, me encanta su candor y su espontanei­dad, así como su curiosidad y su picardía. Muy dentro de mí todavía vive la niña que fuí, lo que hace de mí una abuela con corazón de niña. Por estos motivos, nunca dudé que al momento de escribir, lo haría para los chicos. La mayoría de los protagonis­tas de mis cuentos son niños y niñas qué enfrentan situacione­s tales como: miedo a la oscuridad, pereza para ir a la escuela, problemas por decir mentiras, disgustos con los padres, conflictos con hermanos y compañeros, entre otras. Cada una de mis historias encierra una enseñanza y está inspirada en recuerdos y vivencias de mi infancia.

El haber logrado mi sueño guardado por tantos años me alegra y me trae muchas satisfacci­ones. ¿Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado? De ninguna manera, mis planes son seguir escribiend­o y compartien­do con los niños. Actualment­e estoy trabajando con la adaptación de un cuento clásico a la realidad dominicana. Y a ésta, Dios mediante, seguirán muchas otras.

Como educadora agradezco a Dios el privilegio de tocar la vida de muchos niños y servirles como pie de apoyo para su desarrollo como personas íntegras”.

 ?? CORTESÍA DE CARMEN ESTEVA ?? Carmen Esteva cultivó ese amor por la lectura y escritura gracias a su madre y su abuelo paterno, a quienes les dedicó “El letrero mágico”. Su pasión no se ha quedadó ahí, sino que acostumbra a participar en talleres de lecturas en diversos centros educativos. Su inspiració­n
CORTESÍA DE CARMEN ESTEVA Carmen Esteva cultivó ese amor por la lectura y escritura gracias a su madre y su abuelo paterno, a quienes les dedicó “El letrero mágico”. Su pasión no se ha quedadó ahí, sino que acostumbra a participar en talleres de lecturas en diversos centros educativos. Su inspiració­n

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