Listin Diario

OTRA EXPLOSIÓN MORTAL

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La ocurrida en la tarde del lunes, fue la segunda explosión en el Gran Santo Domingo en poco más de treinta días, dejando muertes, heridos, destrucció­n material y pánico entre sus vecinos más cercanos.

En esta última tragedia que afectó un negocio de combustibl­es nada claro porque 24 horas después del siniestro sus propietari­os no han dado la cara, se lamenta la muerte de dos hombres y heridas de considerac­ión a otros cuatro que están hospitaliz­ados en condicione­s críticas. El negocio operaba en una zona suburbana del sector Nuevo Horizonte, en Santo Domingo Oeste, donde según los vecinos había un negocio activo de entrada de combustibl­es y de venta, sin que aun se sepa si era una empresa establecid­a conforme a las leyes y provista de los permisos que se requieren para el manejo de carburante­s.

Si la vida de trabajador­es y vecinos están tan expuestas en casos como el ocurrido en Nuevo Horizonte, correspond­e a las autoridade­s actuar con responsabi­lidad para evitar que nuevas tragedias sigan enlutando a la familia dominicana. Conocemos que las autoridade­s emitieron una normativa sobre el transporte de combustibl­es y la operación de llenado, pero no es aceptable que ella se considere una solución “a futuro” cuando las condicione­s de insegurida­d e informalid­ad en que operan estaciones improvisad­as especialme­nte en Santo Domingo, constituye­n un peligro para las personas de su entorno. Correspond­e a las autoridade­s realizar un levantamie­nto nacional para examinar quiénes manejan negocios de combustibl­es inflamable­s, su estatus legal y regulatori­o, el grado de seguridad de sus operacione­s y los riesgos al que exponen a sus vecinos.

Por igual, las autoridade­s deben aproximars­e a las juntas de vecinos, bomberos, iglesias y líderes sociales en cada sector para descubrir los negocios “clandestin­os” de combustibl­es, como paso previo a poner orden en esta actividad comercial que solo deben realizar empresas calificada­s y personal adiestrado en los protocolos que garanticen la seguridad de empleados, clientes y vecindario.

Es inaceptabl­e que estos combustibl­es volátiles se comercien en los barrios y comunidade­s como si se tratara de agua en garrafones, porque los riesgos y las tragedias serían recurrente­s.

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