Listin Diario

El cuento de un niño que no QUISO SER MARINERO

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casa en tareas como atender el cacao puesto al sol, pues producir cacao era la principal actividad de su padre. Luego era llevado a los terrenos familiares y así se inició como aprendiz de agricultor.

Cuando se casó la hermana mayor, salió del pueblo porque su esposo era un militar y lo mandaron a otros pueblos. El niño de esta historia fue enviado por su padre a ayudar a la hermana en el cuidado de su bebé, así se hizo aprendiz de niñero.

-Entonces ¿qué es lo extraordin­ario, quiero saber qué es lo sensaciona­l?

Bueno, esto sí te gustará. El niño de esta historia, que ya estaba en sexto grado, se fue con su hermana y el bebé hacia Sabana de la Mar, donde esperaba el esposo.

El día del viaje, y también el anterior, llovió sin control en la región. El río Yabón corría como loco fuera de su cauce. Había un puente en construcci­ón avanzada, pero no terminada. En un lado no empalmaba con la carretera. El muchacho y su hermana, con el bebé en brazos, pisaban una superficie de lodo y desde ahí era preciso subir al puente por una débil escalera de palitos.

El chico relató esos hechos en la primera carta que remitió a su padre. La respuesta del padre llegó llena de asombro acerca de cómo su hijo había escrito aquello. Tanto le agradaron los comentario­s de su padre que esa historia se la contó a muchas personas durante años.

Retornó a su pueblo y a la escuela Lucas Guibbes, por igual retomó su aprendizaj­e de agricultur­a. El padre del niño de esta historia era visitado por un agrónomo mocano y conversaba­n de la vida, del campo y otros asuntos. Una noche se oyó al agrónomo decir que aquel muchacho sería el literato de la familia. Aunque sus padres nunca le leyeron un cuento, hoy los escribe y hace un aporte significat­ivo a la literatura infantil, siendo uno de los más destacados.

-Entonces, por fin, ¿qué fue lo que hizo el muchacho?

Bueno, se hizo aprendiz de sastre. Terminado el octavo grado, se sintió llamado para otro aprendizaj­e. Viajó a Licey al Medio, para llegar hasta el seminario San Pío X y allí se convirtió en aprendiz de sacerdote.

Por primera vez vio una biblioteca, además de adquirir textos para cada materia.

Terminó el bachillera­to en Higüey y regresó a su pueblo, pero esta vez sus juguetes no eran caracoles ni carritos con ruedas de jabilla. El muchacho se hizo aprendiz de periodista. Y sacó, junto con su amigo Leonardo Mauricio, un periodiqui­to mecanograf­iado que se llamó Miches Avanzando. Afloraba la vocación literaria.

Cuando ingresó a la UASD, en 1971, ya era aprendiz de escritor. Se graduó en Comunicaci­ón Social y se hizo también aprendiz de político. En una prueba de aptitudes a la que fue sometido en la UASD aparecía la pregunta: ¿Qué cosa que usted nunca ha hecho quisiera hacer? Sin vacilación, respondió: Escribir una novela.

Veintidós años después pudo realizar ese propósito. “Residuos de sombra”, fue la primera novela. -Entonces, ¿es un muchacho o es un hombre?

Bueno, los niños crecen y se hacen hombres, las niñas crecen y se transforma­n en mujeres. Ahora, este hombre tiene mucho de niño. Se ha interesado en escribir libros para los pequeños y ha dedicado buena parte de su vida a eso. Comenzó componiend­o poemas infantiles y publicó dos libros en ese género. En 2006, publicó su primer volumen de cuentos infantiles: “El conejo en el espejo y otros cuentos para niños”. El año siguiente, Editorial Norma editó el conjunto de textos titulado “Cuentos de niños y animales”.

La otra hazaña notable de esa etapa fue la incursión en la novela para niños, género sin tradición en nuestro país. Con “De cómo Uto Pía encontró a Tarzán” (Novela infantil), y hasta ganó, en 2009, el premio El Barco de Vapor, de Ediciones SM.

Ah, pero una cosa no se puede olvidar, el muchacho que no quiso ser marinero nunca se olvidó del mar y de la vida que de él emana. En 2011 publicó un manojo de cuentos infantiles originados en la temática marina. Es un homenaje a su pueblo. Me refiero al libro “A la orilla de la mar”, Premio Anual de Literatura Infantil Aurora Tavárez Belliard, 2011. Tres años después, publicó “La paloma dálmata y otros cuentos infantiles”.

-Entonces, ¿es un aprendiz o es un escritor?

Bueno, como te dije, él ha venido creciendo, pero insiste en decir que desde hace más de medio siglo es aprendiz de escritor.

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