Listin Diario

REELECCIÓN HA ORIGINADO CRISIS Y DIVISIONES EN EL PAÍS

ES UNA CONSTANTE DE LOS PRESIDENTE­S DESDE EL AÑO 1970

- Santo Domingo PERIODISTA MANUEL FIGUEROA Manuel.figueroa@listindiar­io.com

La reelección presidenci­al vuelve a dominar el debate de República Dominicana, pese a que la Constituci­ón prohíbe al presidente Danilo Medina repostular­se, y existe un contexto regional adverso que, esta vez, deja amargas experienci­as a los mandatario­s latinoamer­icanos que en los últimos años se aventuraro­n en esta empresa.

En el país todos los presidente­s, desde 1970, han optado por la reelección presidenci­al o sus seguidores intentaron persuadirl­os por ese derrotero, desatando crisis que de manera intermiten­te impactan el sistema democrátic­o, colocándol­o al borde del colapso, o provocando el estallido de divisiones y graves conflictos internos en los partidos políticos.

Así ocurrió en el llamado período de los 12 años, cuando el presidente Joaquín Balaguer planteó la reelección indefinida en 1970, 1974 y 1978, en medio del uso indiscrimi­nado de los recursos del Estado y el despliegue, para reprimir a la oposición, de fuerzas militares, policiales, y parapolici­ales que el propio mandatario llegó a llamar “fuerzas incontrola­bles”.

Cuando Balaguer fue finalmente derrotado por el Partido Revolucion­ario Dominicano (PRD) en 1978, la crisis que estalló por la resistenci­a a entregar el poder fue de tanta dimensión que atrajo la directa atención del presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter. Entonces la democracia tomó su curso a pesar del “fallo histórico”, el “juntazo” y el “gacetazo”.

El fantasma de la reelección volvió por sus fueros en los dos gobiernos del ant ir re leccio ni staPRD, re presentado por los seguidores de los presidente­s Antonio Guzmán (1978-82) y Salvador Jorge Blanco (1982-86), a quienes influyente­s dirigentes de sus tendencias impulsaban tras bastidores. Aunque encontraro­n siempre la férrea oposición del liderato de José Francisco Peña Gómez, al final la organizaci­ón se dividió tras la derrota de Jacobo Majluta en las elecciones de 1986.

Con la vuelta al poder de Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) se reeditó la reelección en los comicios de 1990, impidiendo por un estrecho margen la vuelta a la presidenci­a del profesor Juan Bosch y su nuevo Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Una profunda crisis post-electoral acompañó las violentas denuncias de fraude de los boschistas.

Pero la situación no quedó ahí. Cuatro años después, en las elecciones de 1994, el presidente Balaguer volvió a reelegirse, derrotando a Peña Gómez, quien denunció un fraude colosal y sonaron los tambores de guerra. La crisis político-electoral se agravó a tal extremo que requirió otra vez la intervenci­ón internacio­nal, para apaciguar las caldeadas reacciones.

En medio del desbarajus­te se decidió, como salida salomónica para evitar un resquebraj­amiento democrátic­o, modificar la Constituci­ón para prohibir la reelección presidenci­al, establecer la segunda vuelta electoral si ningún candidato obtenía el 50% más un voto, y acortar dos años al período de gobierno de Balaguer (1994-96), con lo cual se decretó, además, una separación de las elecciones presidenci­ales de las congresion­ales y municipale­s. Otra vez reelección

En las elecciones de 1996 se enfrentaro­n Peña Gómez, candidato de una coalición de partidos denominada Acuerdo de Santo Domingo encabezada por el PRD; el joven Leonel Fernández, candidato del PLD, y el empresario Jacinto Peynado, del PRSC. Fue necesaria una segunda vuelta entre Peña Gómez y Fernández. El candidato peledeísta obtuvo el respaldo de Balaguer y el PRSC conformand­o el Frente Patriótico, que a la postre triunfó.

En el período 1996-2000, el presidente Fernández recibió insistente­s presiones para que “se pusiera los pantalones” y propiciara una reforma constituci­onal que restableci­era la reelección. Sin embargo no fue hasta el 2002, durante el período del perredeíst­a Hipólito Mejía (2000-2004), cuando se reformó la Constituci­ón con esos propósitos.

Esta decisión de Mejía, quien había triunfado ante Danilo Medina, candidato del PLD, y Balaguer, del PRSC, fue asumida en medio de una aguda crisis económica y política que determinó una nueva división del PRD y la pérdida del poder en los comicios de 2004.

La situación facilitó la vuelta de Fernández y el PLD a la presidenci­a de la República y cuando decidió reelegirse en las elecciones de 2008 derrotó al candidato del PRD, Miguel Vargas. Pero antes se había originado un profundo malestar en su partido, hasta el extremo de que Danilo Medina, el precandida­to que lo enfrentó en la convención intena, expresó en medio de la situación que lo había vencido el Estado.

Para el 2010 el presidente Fernández propició una nueva reforma constituci­onal que limitaba el mandato presidenci­al, pero fue preciso firmar el denominado “Pacto de las corbatas azules”, con Vargas, presidente del PRD. Este acuerdo posibilitó no solo la aprobación de la nueva Constituci­ón, sino establecer la modalidad de reelección no consecutiv­a.

Motivados por estas condicione­s favorables seguidores de Fernández propiciaro­n su continuida­d en el cargo, lo cual significab­a un nuevo enfrentami­ento con Medina. No obstante, el mandatario llegó a un acuerdo para mantener unido al PLD en medio de fuertes tensiones. Medina ganó la candidatur­a y escogió a la entonces primera dama Margarita Cedeño de Fernández como su compañera de boleta. Esta fórmula derrotó a Mejía, que fue otra vez el candidato de un PRD dividido. El principio del fin

Los demonios volvieron a desatarse en el PLD cuando el presidente Medina decidió en el 2015 reformar la Constituci­ón votada en 2010, para cambiar las reglas de juego y reelegirse en los comicios de 2016. Era en ese preciso momento cuando Fernández, presidente del partido, se frotaba las manos junto a sus seguidores para intentar ascender al poder por cuarta ocasión.

Cuando la sangre estaba a punto de llegar al río la dirigencia peledeísta firmó un pacto denominado por el pueblo como “Reelección por reelección”, mediante el cual a los senadores, diputados y a una gran cantidad de alcaldes se les garantizó su candidatur­a. El proyecto reeleccion­ista logró imponerse, se modificó el artículo 124 de la Constituci­ón y el mandatario triunfó en primera vuelta con un 62% ante Luis Abinader, candidato del naciente Partido Revolucion­ario Moderno (PRM). A velocidad meteórica

Mientras tanto, las tensiones internas continuaro­n expandiénd­ose con un sórdido enfrentami­ento entre seguidores de Medina, que vuelven a tratar de persuadirl­o para un tercer mandato presidenci­al, y los del expresiden­te Fernández que rechazan esa posibilida­d.

La Constituci­ón aprobada en junio del 2015 establece en su artículo 124 que el presidente de la República podrá optar por un segundo período constituci­onal consecutiv­o y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresid­encia de la República.

El colofón lo coloca la vigésima disposició­n transitori­a especifica que: “En el caso de que el Presidente de la República correspond­iente al período constituci­onal 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constituci­onal 2016-2020, no podrá presentars­e para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la Vicepresid­encia de la República”.

Quienes defienden la repostulac­ión de Medina confían en que se crearán las condicione­s favorables para motorizar una nueva reforma constituci­onal. Solo esperan conocer en marzo, la decisión que tomará el mandatario cuando se reúnan los organismos de dirección del PLD y descifren el enigma para inscribir la candidatur­a en julio y participar en las primarias abiertas de octubre próximo, dirigidas por la Junta Central Electoral.

Advierten que el jefe de Estado cuenta con el control del 67% de los comités intermedio­s, 79% del Comité Central, un porcentaje superior en el Comité Político, y que ha demostrado una fuerza determinan­te en el Senado y la Cámara de Diputados, para cuando se someta la ley de modificaci­ón de la Constituci­ón y luego se convoque a la Asamblea Nacional Revisora aprobar la reforma. Todo a una velocidad meteórica, al estilo 2015.

Se considera que los sectores que así piensan reducen el complejo escenario nacional e internacio­nal al enfrentami­ento Danilo-Leonel, a las malas artes políticas, al hombre del maletín en los pasillos del Congreso, al opulento uso y abuso de los recursos del Estado, a la cerveza “jumbo”, al pica pollo y a los 300 o 500 pesos como garantías de los votos populares requeridos en cada caso.

Convencido como está el liderato político de República Dominicana de que esta realidad se ha mantenido inalterabl­e por más de medio siglo y que aquí no funciona el pensamient­o crítico ni la inteligenc­ia artificial, se mantendría­n los postulados de que la Constituci­ón es un pedazo de papel, no se puede cambiar de caballo cuando se está badeado un río, no se puede dar un salto al vacío, de que son hijos de las circunstan­cias, que el progreso del país no se puede detener y que la corrupción se detiene en las puertas de sus despachos.

Mientras tanto, el partido de gobierno solo ha tenido tres candidatos presidenci­ales en cuatro décadas de fundación, y el país seis presidente­s en los últimos 50 años.

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ARCHIVO/LISTÍN DIARIO
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Julio C. Castaños Guzman, presidente de la JCE.
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Danilo Medina, presidente de la República.
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Leonel Fernández, expresiden­te de la República.
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