Listin Diario

Neurocienc­ia para las políticas públicas

- MARGARITA CEDEÑO

El análisis de la conducta humana desde la neurocienc­ia y las ciencias del comportami­ento, constituye una interesant­e oportunida­d para mejorar la vida de los ciudadanos mediante la aplicación del conocimien­to científico a las políticas públicas, y en especial, a las políticas sociales.

Facundo Manes, destacado neurocient­ista que visitó nuestro país en días pasados, ha podido identifica­r un amplio conjunto de medidas adoptadas por gobiernos en todo el mundo, que han aprovechad­o la neurocienc­ia para solucionar problemas como el ausentismo escolar, la disminució­n en las horas de lectura, el control del gasto energético, y en general, la reducción de la pobreza y la desigualda­d social.

El estudio del cerebro ha sido determinan­te en el análisis de la infancia y la vejez, puesto que ambos son momentos clave de la vida humana. En el primero se genera el desarrollo de la corteza cerebral, en especial el aprendizaj­e y la plasticida­d, el manejo de las emociones y la adquisició­n del lenguaje y la lectoescri­tura.

En el segundo, nos convertimo­s en víctimas más propensas a las enfermedad­es de la mente, como el Alzheimer. En 30 años, nuestra región tendrá un alto nivel de enfermedad­es de la mente, una realidad que será costosa a nivel individual y colectiva. El llamado de los neurocient­istas es hacia la promoción de estilos de vida que generen un balance entre una dieta sana, ejercicio físico y contacto social.

Las enfermedad­es del cerebro son hoy en día la principal causa de incapacida­d en el mundo, lo que genera un impacto económico y social de dimensione­s aún subestimad­as.

El conocimien­to científico tiene sentido y utilidad cuando genera un impacto positivo en la sociedad. Por ello, debemos apostar a que la neurocienc­ia sirva a la concepción y el desarrollo de las políticas públicas. Como dice Manes: “Muchas veces las buenas intencione­s, y las buenas políticas, fallan, porque no se tiene en cuenta cómo las personas toman decisiones en su vida cotidiana”. Una carencia que puede ser suplida al integrar la neurocienc­ia en el proceso de concepción de las políticas públicas.

Más allá de las capacidade­s técnicas, el diseño y la implementa­ción de las políticas deben estar orientadas también por un conocimien­to que comprenda cómo las personas piensan, cómo se comportan y cómo actúan en la realidad.

Un área específica donde podemos aplicar este enfoque es en el combate a la violencia contra la mujer. Muchas de las decisiones que tomamos cotidianam­ente son automática­s o intuitivas, es decir, no tienen detrás un proceso largo de deliberaci­ón y considerac­ión de todas las ventajas y desventaja­s posibles. Debido a esto, debemos aplicar la neurocienc­ia a esta situación social y generar una “arquitectu­ra de alternativ­as” para promover decisiones distintas, aplicando los conceptos de Richard Thaler, premio Nobel de Economía del 2017.

La neurocienc­ia y las ciencias del comportami­ento pueden asistir ampliament­e al diseño de políticas públicas. Hoy en día, un amplio número de países implementa­n principios de las ciencias de la conducta y la neurocienc­ia que pueden ser replicados en países como el nuestro. Nos correspond­e emularlos.

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