Perder peso
Mire a su alrededor. Abundan los distintos calibres de panzas cerveceras. Obviando las curvas africanas que exhibimos las dominicanas, vivimos en un país de gente rolliza. A la mayoría nos cuelga más de un chicho en la espalda y una pancita que sobrevive a los necesarios abdominales.
La gordura no es sinónimo de salud. Y cada vez más gente joven está atrapada en libras por perder. Fíjese en las colas del banco, las del supermercado. En todas partes sobresale el peso que tantos problemas de diabetes y cardiovasculares suele generar.
A inicio de año asumí, como muchas personas de mi entorno, un plan alimenticio para bajar de peso. Es el camino difícil y largo. Porque mas cómodo sería cortarse piel y escurrir la grasa en la sala de cirugía. Confieso que la fuerza de voluntad es muy necesaria en este proceso. Comer saludable es de héroes, ante la prisa cotidiana. Ajustarse a los cinco alimentos de pocas porciones es de valientes. Aprender a decirte que no y negarte ante los ofrecimientos de los demás, es fuerte. En ese tramo estoy, por salud ante todo. Pero es tan difícil como comer molondrones o beber jugo de jagua.
Pese a lo extendida de la onda “fitnes”, persiste la costumbre de beber cervezas y comer quipes donde El Boli. Hacemos ejercicios, pero al asomo de un locrio de chuleta perdemos la compostura. El carbohidrato y la grasa no faltan en la dieta dominicana. He ahí el detalle. Es la costumbre por vencer. Mientras tanto, cero arroz con habichuelas ni cervecita Stella Artois. Nada de pan ni galletitas saladitas. Adiós volovanes de las Noboa. Adiós empanadas de Llenas. En lo que alcanzo los 21 días para habituarme, solo se come tipile, batata, pechuga a la plancha, manzana verde. ¿Te apetece?