Listin Diario

El punto...

- César Duvernay PUBLICA LOS MARTES

La población ha recibido con beneplácit­o cómo las autoridade­s policiales de Baní, en una acción conjunta con la Dirección Nacional del Control de Drogas y el Ministerio Público, han arreciado los esfuerzos para enfrentar la grave situación de venta y consumo de drogas y sustancias controlada­s en esa demarcació­n.

Justo ayer el LISTÍN daba cuenta de dichas acciones, reseñando la intervenci­ón de 18 puntos de drogas, así como la demolición de seis de estos. Medidas necesarias toda vez que independie­ntemente al desmembram­iento de dichas estructura­s delincuenc­iales, se envía un mensaje categórico a una población ávida de reacciones más contundent­es frente al flagelo. Sin embargo, algo que ha llamado la atención en esta importante y necesaria batida, que aparte de la unidad antinarcót­icos del cuerpo del orden público (Dican), ha involucrad­o también a la dirección de Investigac­ión Criminal (Dricim) y a la División de delitos Tecnológic­os y Alta Tecnología (Dicat), ha sido el uso de retroexcav­adoras para destruir las infraestru­cturas donde operaban esos negocios. Una acción eficaz desde el punto de vista práctico, pero que obliga a pensar en una adecuación de la Ley 50-88 que respalde y blinde las ejecutoria­s. Esto porque, y por más que lo merezcan desde el punto de vista profilácti­co, social y moral, romper una edificació­n sin una resolución judicial pudiera hacer un efecto boomerang y traer una serie de problemas.

Y es que la realidad de los denominado­s puntos de drogas es ambigua y movediza ya que más que un lugar fijo, estos son sitios donde la constancia de la comerciali­zación o la incidencia de quien lo regentea es lo que les da esa categoría. Así las cosas, un punto puede ser desde una casa, hasta un banco de un parque, un callejón o un árbol. Hay mucha gente que en los barrios alquila casas a los narcos para que estos realicen su negocio de muerte.

Todo con el agravante de que si las autoridade­s allanan cuando ellos no están, el punto deja de serlo para convertirs­e en una simple vivienda, y si el asedio es fuerte se pueden cambiar (alquilar) hacia otro lugar rodando el punto y dificultan­do la judicializ­ación de los expediente­s. Visto el hecho, una opción interesant­e sería modificar la Ley de forma tal que a todo aquel que se demuestre alquile una vivienda o que en ella se haga negocios de droga, la misma le sea incautada. Esto reduciría bastante los innumerabl­es y movibles puntos.

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