Listin Diario

¿QUIÉNES MÁS SE ATREVEN A ESTA PRUEBA?

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Por más controles y leyes que obligan a la transparen­cia en el manejo de los fondos públicos, la opacidad parece ser una costumbre extendida entre los que administra­n estos recursos. Por eso la corrupción administra­tiva está generaliza­da. Esa mala costumbre es muy propia de los ayuntamien­tos y de ciertas entidades “autónomas” del Estado, que se creen al margen de la obligatori­edad ética de mostrar las cuentas claras sobre cómo invierten los dineros públicos. Y no solo mostrar la manera del gasto, sino la de transparen­tar los procesos de licitación de obras y las decisiones que se toman con las cotizacion­es o cubicacion­es de estas. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha asistido a muy pocas institucio­nes que así se lo han solicitado en la evaluación y monitoreo de sus gestiones financiera­s, como es el caso del Ayuntamien­to del Distrito Nacional (ADN) y el Tribunal Constituci­onal.

Todo lo que tiene que ver con los manejos de recursos y licitacion­es es supervisad­o estrictame­nte por el PNUD. Y en los últimos tres años, también lo está haciendo la Fundación Institucio­nalidad y Justicia (Finjus) con las cuentas del ADN, gracias a la iniciativa del alcalde David Collado, que en esta práctica de transparen­cia ha sido consistent­e.

¿Por qué no se amplía o se generaliza este sistema entre los demás cabildos que aun no se someten a las reglas de la transparen­cia ni reportan sus ejecutoria­s financiera­s a tiempo ante la Cámara de Cuentas?

¿Qué tan difícil les resulta este ejercicio, si ha probado ser efectivo en las pocas institucio­nes que no tienen nada que esconder? ¿Quién más se atrevería a dar el paso y demostrar que no pretende esconder nada a la vista de los ciudadanos?

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