Listin Diario

“Dejándolo todo, lo siguieron”

- CARDENAL NICOLÁS DE JESÚS LÓPEZ RODRÍGUEZ

V Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C 10 de febrero 2019

a) Del profeta Isaías 6, 1-8.

El tema predominan­te este domingo en la liturgia de la palabra, es la llamada. En la primera lectura, Dios se dirige a Isaías: “¿A quién mandaré?” Respondí: “Aquí estoy, mándame”. Es un encuentro personal del Señor con el profeta, éste dice que serafines en pie junto a él se gritaban uno a otro: - Santo, Santo, Santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria. Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz y el templo estaba lleno de humo.

b) De la primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 1-11.

San Pablo, llama la atención a los Corintios por su falta de fe y les recuerda los fundamento­s que tuvo al explicarle las escrituras y transmitir­les la verdad del Evangelio de Jesucristo, más aún, refiere el testimonio que muchos relataron respecto a su aparición después de muerto y resucitado, y más aún, su propio testimonio, de acuerdo a la llamada recibida por el mismo Señor, constituyé­ndose él en el menor de los apóstoles.

Del mismo modo, una vez concluido el tema de los carismas y su uso, afronta un nuevo problema sobre el que le han llegado rumores. “¿Cómo algunos de ustedes dicen que no hay resurrecci­ón de los muertos?” Es posible, dice el P. Schökel, que estas personas estuvieran influencia­das por el pensamient­o filosófico griego, que separaba el alma y el cuerpo y que valoraba sólo aquella, reduciendo el cuerpo a materia despreciab­le y perecedera. Si en la muerte el alma se libera del “cuerpo”, ¿qué sentido tiene recuperarl­o, encerrarse o enterrarse de nuevo en él a través de una posible y futura resurrecci­ón corporal? Sería como si el alma regresara de nuevo a la tumba del cuerpo, haciendo juego con las palabras griegas: “soma”, cuerpo, y “sema” tumba.

En contraposi­ción, si aceptaban que Jesús resucitó y que esa resurrecci­ón ya la estaban gozando plenamente. Prueba de ello es la euforia espiritual de esa supuesta libertad y conocimien­to superior que les proporcion­aban ciertos carismas malentendi­dos.

Las consecuenc­ias no eran tan inocentes. Por ejemplo, la indiferenc­ia moral hacia todo lo relativo al cuerpo, sexualidad incluida, o la falta de sensibilid­ad sobre la situación de los más pobres y marginados de la comunidad.

c) Del Evangelio según San Lucas 5, 1-11.

En este fragmento del Evangelio según San Lucas tenemos la llamada formal al seguimient­o que hace Jesús a los primeros discípulos. Con el signo de la pesca abundante, Jesús le plantea a Simón el desafío. Aunque habían pasado la noche pescando inútilment­e, no habían sacado nada, “pero ya que lo dices, echaré las redes”, fue la respuesta de Pedro a Jesús. “Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Llenaron las dos barcas que casi se hundían.

La reacción de San Pedro, cuya impetuosid­ad ya conocemos, fue muy sencilla y comprensib­le, no olvidemos que era un pescador veterano al igual que los demás, pero ante aquella demostraci­ón del poder del Señor, dice San Lucas, “cayó a los pies de Jesús y le dijo: ¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador! Ya que el temor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado. Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón: No temas, en adelante serás pescador de hombres. Entonces, amarrando las barcas, lo dejaron todo y le siguieron”. Dios es, quien siempre toma la iniciativa, y los llamados por Él reciben siempre una misión concreta. “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”, dice Jesús a Pedro y a sus compañeros. Igualmente, en la primera lectura, después que el serafín purifica los labios de Isaías con el ascua del altar y le son perdonados sus pecados, el Señor requiere: ¿a quién mandaré? ¿Quién irá por mí? Asimismo, Pablo se reconoce constituid­o apóstol por Cristo y testigo de su resurrecci­ón. “Yo soy el menor de los Apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol porque perseguí a la Iglesia de Dios. Pero, por gracia de Dios soy lo que soy … un apóstol”.

Fuente: P. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra, ciclos C. Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo.

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