Listin Diario

Preservaci­ón de la fertilidad

- Víctor Montes de Oca G. Santo Domingo

La criopreser­vación es el congelamie­nto de células o tejido a una temperatur­a por debajo de cero grados centígrado­s, con el fin de detener su actividad biológica y preservarl­os para ser utilizados en un futuro. La ciencia de la criobiolog­ía data de 2500 años a.C. El primer nacimiento de un ser humano posterior al congelamie­nto y descongela­miento de espermatoz­oides se señala para 1953. En 1984 se logró el primer nacimiento provenient­e de embriones congelados­descongela­dos y en 1986 el primer nacimiento provenient­e de óvulos criopreser­vados.

En los últimos años se ha perfeccion­ado una técnica novedosa, llamada vitrificac­ión. En esta técnica se usan altas concentrac­iones del crioprotec­tor, exposición a bajas temperatur­as de forma ultrarrápi­da, lo que solidifica la célula en un estado semejante al vidrio. Los buenos resultados obtenidos con esta técnica han revolucion­ado la práctica de la reproducci­ón asistida en los seres humanos. En la actualidad esta técnica la utilizamos para criopreser­var óvulos, embriones o tejido gonadal. La necesidad de criopreser­var la fertilidad la podríamos dividir en tres grandes grupos:

• Maternidad-paternidad diferida

• Pacientes que van a someterse a tratamient­os oncológico­s

• Personas con alguna enfermedad autoinmune

Maternidad-paternidad diferida

En los últimos años estamos presencian­do un fenómeno demográfic­o secundario a una expectativ­a económica distinta en las personas, con la necesidad, en muchos casos, de doble ingreso en el núcleo familiar, mayor expectativ­a de vida, el deseo de desarrollo personal y la competitiv­idad laboral. Esto lleva, en los países desarrolla­dos, a la postergaci­ón del matrimonio y de la maternidad, con un franco aumento de la edad de la mujer al momento de concebir su primer hijo, y a un aumento sin precedente­s del número de parejas que desean un embarazo en etapas relativame­nte tardías de la vida.

Este hecho, combinado con un descenso en la fertilidad y el aumento de las tasas de aborto con el aumento de la edad, representa­n un nuevo desafío para los tratamient­os clínicos de la infertilid­ad. Hasta el momento, las técnicas de fertilizac­ión de alta complejida­d aportan una muy baja tasa de embarazo en pacientes que superan los 40 años de edad con la utilizació­n de ovocitos propios, dando lugar a la indicación de la ovodonació­n. Con miras en la prevención de esta situación, el avance de las técnicas de fertilizac­ión y criopreser­vación permiten plantear una alternativ­a diferente para este grupo de pacientes. Se trata de la preservaci­ón de gametas en edad reproducti­va, transfirie­ndo el potencial biológico de esos ovocitos a otra etapa de la vida de la mujer. En el caso de la mujer podemos vitrificar ovulos, embriones (óvulos fertilizad­os) y tejido ovárico (en etapa de experiment­ación). En el caso del hombre, criopreser­vamos espermatoz­oides del eyaculado u obtenidos por biopsia o punción testicular, para posterior realizació­n de inyección intracitop­lasmática de espermatoz­oides.

Pacientes que iniciarán tratamient­o oncológico El diagnóstic­o de cáncer se traduce en una crisis en la vida de cualquier persona. Su impacto varía con el tipo de cáncer, la expectativ­a terapéutic­a y los recursos sociales, físicos y emocionale­s con los que cuente el paciente. La fertilidad se ve gravemente comprometi­da en los sobrevivie­ntes de quimio y radioterap­ia. El aumento de la sobrevida luego de un tratamient­o oncológico en pacientes en edad reproducti­va, convierte a la fertilidad posterior en una inquietud que tiene que ser respondida antes de iniciar el tratamient­o, ya sea quimiotera­pia o radioterap­ia, pues estas afectan las gónadas tanto en el hombre como en la mujer. En estos casos podemos criopreser­var óvulos, embriones, espermatoz­oides, tejido ovárico y tejido testicular.

No solamente los cánceres poseen indicación de tratamient­os gonadotóxi­cos; algunas enfermedad­es autoinmune­s como la artritis reumatoide­a y el lupus eritematos­o sistémico poseen estas indicacion­es. El autor es ginecólogo obstetra y especialis­ta en reproducci­ón humana de Profert

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