Listin Diario

Solo añoraba lo que quiso hacer y no pudo

En el hospital. Desde la cama donde luchó contra el cáncer de colon con metástasis en hígado, Domingo supo cuántos amigos tenía, el valor de la familia y el tiempo desperdici­ado.

- DORIS PANTALEÓN doris.pantaleon@listindiar­io.com Santo Domingo

Antes de fallecer, Domingo Hernández, quien padecía cáncer de colon, ofreció declaracio­nes a la periodista de LISTÍN DIARIO, Doris Pantaleón, desde su lecho en el Instituto Oncológico Doctor Heriberto Peter, donde afirmó que luego de la enfermedad había reflexiona­do sobre lo que quiso hacer y no pudo.

El pronóstico reservado que recibió Domingo Hernández junto al diagnóstic­o de cáncer de colon con metástasis en el hígado que lo mantuvo postrado durante meses, le hizo repasar una y otra vez el transitar de sus 49 años de existencia como quien observa una película en cámara lenta, porque logró rebobinar su vida desde el principio hasta el final.

El tiempo de internamie­nto en la cama 2 de la habitación 26 de la Unidad de Cuidados Paliativos del Instituto Oncológico “Dr. Heriberto Pieter” le permitió saber exactament­e con cuántos amigos contaba; el gran valor que tiene la familia; los errores que cometió en el pasado; las decisiones tomadas que quiso cambiar, y el tiempo que desperdici­ó con personas que entonces vio como tóxicas.

En entrevista que concedió a LISTÍN DIARIO, expuso que su trabajo de paralegal de una oficina de abogados, más otros trabajos particular­es de “picoteo” que realizaba, convertían su vida en un verdadero “trajín”, durando incluso meses comiendo en un barrio diferente cada día. En diciembre pasado recibió el diagnóstic­o luego de someterse a estudios médicos al estar presentand­o fiebre, sensación de llenura, abultamien­to del vientre, hinchazón en los pies y una rápida pérdida de peso.

Visita al médico

“Usted sabe que los pobres no vamos al médico a menos que no estemos muy malos”, dijo mientras compartía su experienci­a con LISTÍN DIARIO. Contó que cuando fue ingresado tenía muy pocas perspectiv­as de vida, su pronóstico era reservado, por lo que puso su recuperaci­ón en manos de Dios. El día anterior a esta entrevista realizada en el hospital, los médicos le habían visto mejoría y le invitaron a “echar el pleito” y a luchar juntos contra el cáncer, lo que le reanimó. Dijo que asumió la enfermedad sin desesperar­se, ya que en mayo pasado había tomado la decisión de entrar al cristianis­mo. Era el padre de cinco hijos, dos adultos, dos adolescent­es y el más pequeño tiene ocho años, por lo que tenía la firme decisión de luchar hasta el último momento. “Nunca tiro la toalla, yo tengo un niño de ocho años que tengo que luchar por él”, exclamó.

Muchos se alejaron

Confesó que fue un “romero” de primera (bebedor de ron) y que en sus andanzas tuvo mucha gente a su alrededor, pero que en la cama vio a amigos alejarse y darle la espalda, pero a otros agarrarle la mano y bajar con él todo el camino.

Su voz se entrecorta­ba al citar el caso de uno que tenía más de 10 años sin comunicars­e y que al enterarse de su situación de salud le envió un aporte desde el extranjero donde vive, otro que desde que lo supo le llevó dos galones de jugo de guanabana, y uno que vino desde La Romana a verlo. “No es por lo que me mandó, es porque se acordó de mí, porque hay otros que vienen a ver si Domingo se está muriendo, pero el luchar por estar vivo es inherente a todo ser humano”, recalcó. También logró apreciar el valor de la familia. “La madre de mis hijos me los mandó para que me vieran, eso me alegró, porque superar una enfermedad como ésta depende mucho de tener personas al lado, porque cuando se está acostado llega un momento en que te ves solo y entras en depresión”, añadió.

Dijo que ante la situación en que se encuentrab­a el arrepentir­se por el pasado no era la decisión, sino el proponerse cambiar la forma de vida. “No es lamentarse, sino remediar. Esa película que pasa por la cabeza de uno es difícil, porque al final tú analizas y te das cuenta el tiempo que desperdici­aste con muchas personas que podemos llamar tóxicas”, indicó. Hace un tiempo había retomado los estudios para terminar la carrera de abogado, en el Instituto Nacional de Ciencias Exactas, pero con la enfermedad suspendió el cuatrimest­re.

Lo que lamentaba

Lamentó no haber estado en la vida cristiana desde antes; porque si algo pudo haber cambiado era estar con la madre de sus hijos y con sus vástagos pequeños, ya que estaban separados.

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JORGE CRUZ / LISTÍN DIARIO Domingo Hernández fue entrevista­do en el área de Cuidados Paliativos.

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