El riesgo de una carrera armamentista nuclear
BRUSELAS — Tras el reciente deceso del tratado sobre los misiles de alcance intermedio, parece que una nueva carrera armamentista está tomando forma, atrayendo a más participantes, más dinero y más armas.
La arquitectura del control de armamento de la Guerra Fría, con decenas de miles de armas nucleares, fue diseñada en el transcurso de años de negociaciones entre dos superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. Los laboriosos tratados ayudaron a proteger al mundo de la aniquilación nuclear.
Hoy, EU y Rusia están prescindiendo de esos convenios, justo cuando nuevos competidores estratégicos no cubiertos por los acuerdos de la Guerra Fría —como China, Corea del Norte e Irán— se reafirman como potencias regionales y desafían la hegemonía estadounidense.
El desmantelamiento del “control de armas”, un mantra de la Guerra Fría, ahora intensifica los riesgos de una nueva era, cuando las potencias nucleares como India y Pakistán se enfrentan por Cachemira, y cuando el Israel nuclear se siente amenazado por Irán. Corea del Norte está probando misiles nuevos, y se cree que otros países, como Arabia Saudita, tienen acceso a armas nucleares o son capaces de fabricarlas.
Los expertos dicen que es probable que la consecuencia sea un entorno más peligroso e inestable, incluso a corto plazo, que podría precipitar conflictos no deseados, y demandar un enorme gasto militar nuevo, entre las potencias más grandes del mundo.
“Si no hay un desarme nuclear, habrá proliferación”, expresó Joseph Cirincione, analista nuclear y presidente del Fondo Ploughshares, una fundación de seguridad mundial. “Si las grandes potencias se apresuran a acumular sus arsenales, las potencias más pequeñas seguirán el ejemplo”.
John R. Bolton, asesor de seguridad nacional del presidente Donald J. Trump, ha hablado en relación a permitir que el último tratado de control de armas estratégicas, el Nuevo START, expire en febrero de 2021. Sin límites a las armas nucleares, y sin un sistema de verificación en el lugar o de intercambio de información, una carrera armamentista con Moscú parece casi inevitable, y probablemente aceleraría otra con Pekín.
Libre del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (Tratado INF), la administración Trump está probando, y quiere desplegar, una nueva generación de misiles basados en tierra en Asia. Mientras lo hace, el deseo del mandatario de atraer a China a conversaciones armamentistas tripartitas parece más lejano que nunca.
Richard J. Burt ayudó a negociar el Tratado INF que condujo al Tratado de Reducción de Armas Estratégicas más amplio, conocido como START I, durante el mandato del presidente George Bush. Sin el Nuevo START, indicó, “ya no habrá ninguna inspección in situ, ni transparencia, de manera que se vuelve a asumir lo peor de lo que está haciendo el adversario”.
EU y Rusia aún poseen más del 90 por ciento de las armas nucleares del mundo —más de 8.000 ojivas nucleares, suficientes para destruir al mundo varias veces. El Nuevo START limitaba el número de ojivas desplegadas en cada lado, a alrededor de 1.550.
El deseo de Trump de involucrar a China es bueno, afirmó Jon Wolfsthal, que fue director senior de control de armas en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama. “Pero la idea de que China haga alianza con EU y Rusia en el control de armas y mantenga su estatus inferior es una locura”, añadió.
Thomas M. Countryman, ex subsecretario estadounidense para Seguridad Internacional y No Proliferación Nuclear, dijo que China, con un arsenal nuclear pequeño de unas 300 ojivas nucleares, tenía poco incentivo para unirse a las conversaciones. El arsenal de China es lo bastante pequeño para no representar una amenaza de un primer ataque a Washington y Moscú, pero lo bastante grande —y lo suficientemente oculto— para tener una capacidad de represalia creíble.
Mientras que los tratados de control de armas entre Washington y Moscú dependían de inspecciones y transparencia, “China considera eso como algo que erosiona las pocas ventajas que tienen”, afirmó Countryman.
Pero si el Nuevo START expira, los arsenales nucleares, tanto de Moscú como de Washington, serán tan grandes y tan desconocidos que “es casi una invitación para que China desarrolle su arsenal”, afirmó Mark Fitzpatrick, experto en control de armas.
Burt propone extender el Nuevo START y luego negociar una mayor reducción con Moscú a 1.000 ojivas desplegables cada una, “y entonces posiblemente se pueda lograr que los chinos acepten un límite en sus existencias actuales”.
De lo contrario, indicó, “nos estamos encaminando a una carrera armamentista mucho más costosa.”