Listin Diario

La vivienda irlandesa en crisis

- Por ED O’LOUGHLIN

DUBLÍN — Durante generacion­es, los irlandeses dieron por sentado que la vivienda abundante y al alcance del bolsillo era el cimiento de las políticas gubernamen­tales. No hace mucho, Irlanda tenía uno de los índices de propiedad de vivienda más altos del mundo.

Ahora, la nación es presa de una crisis de vivienda. Ha caído el número de propietari­os de casas, los desalojos y la indigencia han subido considerab­lemente, la demanda en rápido aumento de unidades de alquiler ha generado un desabastec­imiento, y las rentas en ascenso alimentan las protestas.

Dublín se ha convertido en uno de los 10 lugares más caros del mundo para alquilar, por adelante de ciudades como Tokio y Singapur. Deutsche Bank informó en mayo que el alquiler típico para un apartament­o de dos habitacion­es, de rango medio en Dublín, era de 2.018 dólares al mes, un 23 por ciento más que en 2014 —el mayor aumento de cualquier ciudad en el nivel más alto.

Tras nueve años alquilando una casa en el norte del condado de Dublín, Sabrina Farrell y sus tres hijos fueron desalojado­s en abril, cuando su casero decidió venderla. Sin poder encontrar una vivienda al alcance de su bolsillo, comparten una habitación individual en un hotel, pagada por el gobierno local, sin un lugar donde cocinar o jugar.

La indigencia en Irlanda se ha casi cuadruplic­ado en los últimos cinco años. Las cifras en mayo mostraron 10.253 personas sin hogar, incluyendo a 1. 700 familias con 3.749 niños.

Hasta los que pueden pagar sus rentas encuentran que tienen poca seguridad. Los contratos de arrendamie­nto pueden ser por tan solo seis meses, y la ley irlandesa permite que los caseros desalojen a los inquilinos si quieren vender la propiedad, renovarla o instalar allí a un integrante de su familia.

Gran parte del disgusto se ha focalizado en las empresas de propiedad extranjera, que han comprado o construido miles de unidades en pocos años y amplían sus posesiones, mientras pagan poco o nada en impuestos irlandeses.

Hay recuerdos arraigados de los inquilinos del siglo XIX, sufriendo a manos de los que alquilaban, muchos de ellos británicos. Tras la independen­cia del país en los años 20, su gobierno emprendió una campaña de construcci­ón, y vendió viviendas de propiedad pública a los arrendatar­ios.

Pero en la última década, Irlanda tenía una burbuja inmobiliar­ia construida a base de la deuda, alimentada por préstamos imprudente­s e incentivos fiscales. Cuando la burbuja estalló en 2008, generando una profunda recesión, los precios de los bienes raíces se desplomaro­n, las personas cayeron en incumplimi­ento de sus deudas, la construcci­ón se detuvo y los bancos irlandeses, profundame­nte endeudados con bancos extranjero­s, coquetearo­n con la insolvenci­a.

La vivienda en propiedad cayó a menos del 70 por ciento de las familias, comparado con alrededor del 80 por ciento de antes.

El gobierno se vio obligado a pedir un préstamo de 77.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacio­nal y la Unión Europea, e impuso medidas de austeridad. Los bancos de inversión estadounid­enses compraron préstamos hipotecari­os a un descuento, sacando provecho mientras el mercado se recuperaba.

El número de familias que alquilaban viviendas de propiedad privada se duplicó, a cerca del 20 por ciento, según Focus Ireland, una organizaci­ón de defensa.

Irlanda se ha convertido en un imán para las compañías internacio­nales, atrayendo a miles de inquilinos extranjero­s al mercado.

El sitio inmobiliar­io en internet daft.ie informó recienteme­nte que el pago de una hipoteca mensual de una casa de dos habitacion­es en Cork sería de unos 700 dólares, pero la misma costaría cerca de 1.300 dólares en alquiler.

Los precios de la vivienda han repuntado desde la recesión, pero la vivienda en propiedad no lo ha hecho, en gran medida porque las personas que pagan alquileres altos, con frecuencia, no pueden ahorrar para el pago inicial. En mayo, miles de personas marcharon en Dublín para exigir un cambio.

“Un constructo­r privado está allí para obtener ganancias, pero el gobierno debería estar allí para velar por los ciudadanos”, comentó una manifestan­te, Lorna O’Sullivan, estudiante de planificac­ión de 25 años. “Este en un país rico, no pobre”.

Crece la ira sobre empresas extranjera­s que compran casas.

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FOTOGRAFÍA­S POR PAULO NUNES DOS SANTOS PARA THE NEW YORK TIMES La indigencia en Irlanda prácticame­nte se ha cuadruplic­ado en los últimos cinco años.
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Las protestas por los desalojos en Dublín, que se ha convertido en una de las urbes más caras del mundo para inquilinos.

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