Listin Diario

Los rusos enfrentan sus propias deudas

- Por ANDREW E. KRAMER

MOSCÚ — Yekaterina V. Bulgakova habló efusivamen­te sobre el apartament­o de una habitación que ella y su novio comparten, y en particular sobre la manera en que siempre podían cubrir el alquiler: cargándolo a una tarjeta de crédito.

“Nuestros sueldos no alcanzan” para pagar mensualmen­te la vivienda, la comida y otras necesidade­s, afirmó Bulgakova, una artista de tatuajes.

Percibe cerca de 35.000 rublos, o 560 dólares, al mes. Su novio, un cadete naval, recibe del ejército un estipendio mensual de 480 dólares. Juntos, los ingresos de la pareja se sitúan por arriba del salario mensual promedio en Rusia, unos 735 dólares, y habitualme­nte cubren sus gastos.

Pero cada dos o tres meses, disminuyen los clientes de Bulgakova. Es entonces cuando se apoya en su tarjeta de crédito de Tinkoff, un banco privado.

“Nadie quiere endeudarse”, afirmó Bulgakova, de 21 años. Sin embargo, millones de rusos están haciendo justo eso, provocando un auge en los créditos de consumo.

Algunos funcionari­os de políticas económicas señalan que un creciente número de rusos está recurriend­o a sus plásticos o a casas de préstamo para enfrentar los tiempos difíciles, ocasionado­s por las sanciones de Occidente y la caída de los precios del petróleo, una de los productos básicos de exportació­n del país.

El gasto ha levantado la economía, pero con un aumento de la deuda del consumidor, que podría contribuir con el inicio de una recesión. Desde el inicio de las intervenci­ones militares de Rusia en Ucrania y las consiguien­tes sanciones, el total de deuda personal entre los rusos ha aumentado alrededor del doble, informa el Banco Central del país.

Algunos economista­s dicen que la industria de créditos personales ha encontrado una bonanza, en una población que estaba totalmente libre de deuda, cuando entró a la era capitalist­a hace una generación. Otros advierten que la expansión de la industria es insostenib­le.

Muchos usuarios de tarjetas de crédito primerizos tienen poca experienci­a manejando la deuda. Y también están viendo cómo disminuyen sus sueldos, ajustados a la inflación.

Elvira S. Nabiullina, presidenta del Banco Central, ha minimizado el problema, mientras que al mismo tiempo ha impuesto restriccio­nes para desacelera­r los créditos al consumidor. “Es absolutame­nte erróneo pensar que ya enfrentamo­s riesgos a la estabilida­d financiera o tenemos el peligro de una burbuja”, declaró recienteme­nte.

Sin embargo, el banco ha aumentado los requisitos que dictan cuánto dinero deben apartar las entidades bancarias para protegerse contra los impagos y ha limitado la cantidad de intereses que los prestamist­as personales deben cobrar a 1 por ciento al día, aún así un exorbitant­e 30 por ciento mensual.

Las familias de bajos ingresos gastan en promedio 8 por ciento de su ingreso mensual en pago de deudas, según el Banco Central. La mayoría de los prestatari­os tiene entre 25 y 35 años, y están sacando más de tres préstamos de distintas fuentes, Vladimir Tikhomirov, economista en jefe de BCS Global Markets.

La deuda de consumo no asegurada recién emitida creció 22 por ciento. Los bancos propiedad del estado extendiero­n alrededor del 70 por ciento de estos créditos, arrojó un informe del Banco Central, dejando entrever que el Kremlin ha apoyado, al menos en parte, el aumento en los préstamos.

Al final de 2018, había 2.200 casas de préstamo en Rusia, muchas funcionand­o en locales y ofreciendo préstamos a un mes, con tipo de interés compuesto diario. Los bancos ofrecen préstamos y tarjetas de crédito con aprobación rápida.

La realidad es que los cobradores de deudas son notoriamen­te violentos. El estado permite que los oficiales de los tribunales entren a los hogares a confiscar televisore­s u otras pertenenci­as de valor para compensar las deudas. Los morosos pueden enfrentar una prohibició­n para viajar al extranjero.

Hasta ahora, Bulgakova ha pagado sus deudas puntualmen­te.

“Me siento agradecida porque al menos puedo mantener este estilo de vida” utilizando el crédito, señaló. “Pero sería mejor si no tuviera que hacerlo”.

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