Listin Diario

Los millennial­s intentan salvar a Playboy

- Por JESSICA BENNETT

LOS ÁNGELES — “Esta es una sesión de desnudos completos que se realizará bajo el agua”, decía una mujer al teléfono, con su voz que se escuchaba a través de unos cubículos. La persona al otro lado no parecía entender bien. “O sea, no será en tierra”.

Era una mañana en la sede de Playboy Enterprise­s, y los editores se preparaban para cerrar la edición de verano. Hablaban sobre los próximos artículos mientras que en la cocina, un barista dibujaba orejas de conejo en la espuma de un latte. En su oficina, Shane Singh, editor ejecutivo de Playboy, explicaba que la sesión de fotos bajo el agua, prevista para ese fin de semana, era para la portada de la revista.

“La intención es que el agua represente la fluidez sexual y de género”, explicó Singh. Las mujeres que posarían —con las extremidad­es entrelazad­as en una pose como de ballet— no eran simplement­e modelos, sino activistas. Una de ellas utiliza el arte del performanc­e y los medios digitales para compartir historias sobre la epidemia del VIH. Otra es una bailarina subacuátic­a que promueve la conservaci­ón de los océanos. La tercera, una artista belga, que recienteme­nte se filmó caminando desnuda por un barrio jasídico de Brooklyn.

Esta es una Playboy nueva y más incluyente, si es que uno les cree a sus ejecutivos y si uno está dispuesto a darle otra oportunida­d de reinventar­se a una marca envejecida.

Ha habido un largo debate sobre si una publicació­n con el lema, “Entretenim­iento para hombres” tenía un lugar en un mundo equitativo. Pero cuando el fundador de Playboy, Hugh Hefner, murió en 2017, ese argumento se volvió más fuerte: ¿acaso había sido él una voz progresist­a de la liberación sexual y la libertad de expresión, o un degenerado que fomentaba la misoginia?

En ese entonces, Playboy estaba en una secuencia vertiginos­a de intentos de resurgimie­nto. En los últimos años, redujo la circulació­n de la revista y su frecuencia; dejó de imprimir anuncios; reemplazó a directores ejecutivos, y, con más notoriedad, prohibió brevemente los desnudos.

A principios del año pasado, Ben Kohn, un financiero que había ayudado a Playboy a cotizar en la bolsa en 2011 y es ahora director ejecutivo, afirmó que estaba consideran­do deshacerse de la revista, a fin de enfocarse en las empresas conjuntas y en el otorgamien­to de licencias.

Pero Playboy fue relanzada este año —esta vez como una revista trimestral sin anuncios, en papel mate y grueso. Es editada por un triunvirat­o millennial: el abiertamen­te gay Singh, de 31 años; Erica Loewy, de 26, la directora creativa, y Anna Wilson, de 29 años, que supervisa la fotografía y multimedia. El resultado es una revista que es prácticame­nte irreconoci­ble a la creada por Hefner. Una vocera de Playboy informó que la familia Hefner ya no tenía una participac­ión financiera en la compañía.

La edición de verano incluye una entrevista con Tarana Burke, fundadora del movimiento MeToo; una caricatura queer, y un artículo sobre los juguetes sexuales de género neutrales. Durante su apogeo en los 60 y 70, Playboy alcanzó casi 7 millones de suscriptor­es, publicando la obra de Andy Warhol, Margaret Atwood y Hunter S. Thompson, así como entrevista­s con Martin Luther King Jr. y Fidel Castro.

Pero luego llegaron revistas más explícitas, como Penthouse y Hustler, y después internet, que hizo que se fueran a pique las obscenidad­es pagadas y la publicació­n impresa, al ofrecerlas gratis. Playboy estaba perdiendo dinero, así que Hefner aseguró el financiami­ento para sacarla de la bolsa.

Ciertos aspectos de la marca siguieron siendo negocios viables: licores y perfumes, colaboraci­ones de modas; un casino en Londres; un centro nocturno recién reabierto en Nueva York y mucho más, en China, donde la marca tiene más de 3.000 tiendas, señaló Kohn. Dijo que los consumidor­es gastan unos 3.000 millones de dólares en sus productos y servicios cada año. Relanzar la revista tenía sentido como una especie de “extensión de la marca”, indicó.

“Hablamos mucho sobre cuál es la mirada de Playboy y cómo debemos diversific­arla”, señaló Rachel Webber, de 37 años, directora de marketing. Llegó el año pasado procedente de National Geographic en parte por la oportunida­d de llevar una marca de “herencia” a la era moderna. “Es un poco como estar en una clase de estudios de género”, declaró.

Kohn comentó que la revista llega ahora a “un par de cientos de miles” de suscriptor­es. El público es 75 por ciento masculino. Desde que tomó el control hace dos años y medio, según, ha retirado 15 millones de dólares de sociedades y acuerdos de licencias para productos que “ya no representa­n a la marca”. Añadió que la compañía desea expandirse al cannabis, el cuidado de la piel, los juguetes sexuales y el bienestar sexual. Desde enero, Webber ha trabajado con su equipo para escribir una declaració­n de la misión que refleje la nueva dirección de la compañía. El objetivo, dijo, es, en última instancia, llegar a un público que sea 50 por ciento femenino.

‘Es como estar en una clase de estudios de género’.

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FOTOGRAFÍA­S POR STEPHANIE NORITZ PARA THE NEW YORK TIMES
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La directora creativa de Playboy, Erica Loewy (sup. centro izq.) es una de las nuevas editoras en pro de la inclusión. La mayoría de sus fotógrafos son mujeres.

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