La táctica del muerto
La democracia da para todo y para todos, y como muchas decisiones se toman a empujones, luce desordenada. Conviene, pues, organizarla un tanto.
El caso dominicano es típico, pues el escenario confunde. Los partidos pequeños se multiplican, pero no aumentan de poder, y se cubren de la intemperie porque los grandes prestan sus paraguas. Hay que suponer lo que significa esa protección para políticos que nunca han visto ni siquiera un nublado. Buscan refugio temprano, aun cuando ni les llueve ni se empapan.
La Ley de Partidos pudo llevárselos de paro, un saneamiento apropiado, oportuno y justo, pero los principales se tomaron el cuidado de salvarlos de la hoguera.
¿Razón? Con su cercanía, apoyo o alianza completan el roster de 40 que en una época permitían las Ligas Mayores. La táctica del muerto sin caja. Ahora se vive una circunstancia que desborda la lógica y que afecta la democracia, pues por muchos derechos que provea, no puede desconocer la fuerza de la mayoría y entregar todo el espacio a la minoría.
No es posible que partidos que son más viejos que Matusalén, pero pese a eso no crecen, sean los más apremiantes en el reclamo o reprobación de normas electorales.
El hecho se vive a diario, creando expectación o crispación que afecta el ánimo público. El PRM está de acuerdo con la auditoría y no cuestiona la empresa contratada, e igual el PLD.
Si los núcleos políticos decisivos aprueban el escrutinio, e incluso lo había solicitado el principal de oposición ¿a qué atender, dar cabida o responder la inquina de los necios?
No hay que ser muy inteligente para darse cuenta del propósito de sectores a los que el destino (que sí existe) les dio la vuelta.
En la intimidad admiten que se equivocaron, que calcularon mal y que las cosas no salieron como habían planeado. Solo que en vez de recapacitar, aceleran en su loca carrera hacia el despeñadero. Como el juego no es seguro, quieren romper las barajas, ya que no hay encuesta que los saque de pena.