Ahora, la indignación es mundial
blica contra las reuniones masivas para mostrar solidaridad con los manifestantes estadounidenses, que ahora han salido a las calles en más de 150 ciudades.
Una tarde reciente en Washington, D.C., una persona entre cientos de manifestantes gritó que todos regresarían al día siguiente. Otra agregó, “y al día siguiente”. La frase encendió el ánimo, y la multitud comenzó a corear: “¡Y al día siguiente! ¡Y al día siguiente!”.
En vista de que las protestas no son solo por la muerte de Floyd, sino por un sistema más amplio de desigualdad racial, los funcionarios no pueden simplemente calmar las preocupaciones presentando cargos contra los agentes de la policía.
Los activistas y académicos que han estudiado otros disturbios por asesinatos policiales, tiroteos en escuelas, derechos de las mujeres y detenciones de inmigración afirman que la indignación generalizada por las injusticias económicas y raciales le puede dar al nuevo movimiento una mayor durabilidad.
“Había un guion estándar”, comentó Jody David Armor, profesor de derecho de la Universidad del Sur de California. “Convocar una comisión, celebrar algunas audiencias, hacer que los integrantes de la comunidad testifiquen y se desahoguen, y luego llegan algunos políticos diciendo: “‘aquí hay una solución’”.
El resultado, agregó: “Mira dónde estamos”.
Los organizadores comunitarios explican que las protestas en torno a Floyd parecen estar creando una nueva generación de activismo, a partir de una ira profunda y generalizada. Hay indignación: por los asesinatos policiales de hombres y mujeres negros. Por la desigualdad económica, cuando el 13 por ciento de los estadounidenses están sin trabajo. Por un liderazgo político fallido, durante una pandemia que se ha cobrado la vida de 110.000 estadounidenses.
Los activistas de todo el país indican que, si bien los medios de comunicación pueden prestar atención,cuando se queman edificios u otra persona negra es asesinada, sus protestas y llamamientos a las reformas nunca han cesado.
En Ferguson, Misuri, donde Michael Brown, un joven negro de 18 años, fue asesinado a tiros por un oficial de policía blanco en 2014, los residentes y activistas han pasado casi seis años trabajando para cambiar los tribunales, las políticas policiales y el liderazgo político de la ciudad. La semana pasada, Ferguson eligió a su primera alcaldesa afroamericana, Ella Jones.
En Los Ángeles, los activistas de Black Lives Matter han manifestado en el centro, contra los abusos policiales, todos los miércoles durante más de dos años, a menudo atrayendo solo a un par de decenas de personas.
Pero el 3 de junio llegaron miles, destacando cómo la indignación por el asesinato de Floyd ha servido como catalizador del trabajo, que los activistas locales han estado llevando a cabo durante años.
Valerie Rivera, cuyo hijo Eric fue asesinado por la policía en 2017, confesó que se alegraba de que otros se unieran a ella.
“Hemos estado esperando que llegaran estos días, que estas personas llenaran estas calles”, comentó.