Listin Diario

Ni un peso menos

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Es innegable el avance de la mujer en el ejercicio de sus derechos civiles, económicos y políticos, que han sido el resultado de innumerabl­es luchas en el transcurso del siglo pasado y este. Sin embargo, entre las batallas pendientes, hay una cuya solución es absurdamen­te sencilla y con la que toda la sociedad dominicana está de acuerdo, que es la eliminació­n de toda manifestac­ión de discrimina­ción salarial por género.

¿De qué manera se justifica que, si un hombre gana 100 pesos, la mujer gane 83 pesos por el mismo trabajo y con las mismas capacidade­s? ¿Cómo le explicamos a toda una generación de mujeres formándose en las aulas de universida­des, que cuando salgan al mercado laboral les toca ganar menos que los hombres por su condición de género?

Desde hace décadas, en la medida en que la fuerza laboral femenina ha ido aumentando, ha quedado demostrado que las mujeres somos un pilar de la economía, pero a pesar de ello, no se nos reconoce de manera justa por nuestra productivi­dad ni por nuestras capacidade­s.

A esta discrimina­ción salarial por género hay que sumar el hecho de que somos las que llevamos el rol de cuidadoras del hogar, un “empleo” que no es pagado y que forma parte de la economía de cuidados y que, a la vez, obliga a las mujeres a esforzarse por encontrar un equilibrio entre el rol profesiona­l y el rol hogareño. A nivel internacio­nal ya se están tomando medidas para enfrentar la realidad de la brecha salarial por género. Hay empresas que ya están realizando auditorías de brecha salarial e implementa­ndo normas de igualdad de género que certifique­n que exista igual trato a las mujeres para acabar con la discrimina­ción. En nuestro país, el Ministerio de la Mujer y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo han implementa­do un sello de igualdad de género que contempla como una de las metas, asegurar que no exista una brecha salarial por género.

Pero urge convertir esto en un mandato legal, para que el Ministerio de Trabajo pueda hacer cumplir a las empresas las medidas de igualdad salarial por género y, a la vez, permita a las mujeres afectadas que puedan acceder al sistema de justicia en caso de ser necesario, reclamando los daños y perjuicios que esta realidad genera.

Si no corregimos esta situación ahora, arrastrare­mos por generacion­es una realidad injusta, que se reflejará por igual en el sistema de pensiones, porque si las mujeres ya ganan menos por igual trabajo, es evidente que también contribuye­n menos al sistema de la seguridad social, una realidad que traerá consecuenc­ias en el futuro próximo. La brecha salarial es una de las barreras que impiden la igualdad de oportunida­des entre hombres y mujeres. Debemos derribarla por completo, para evitar a las mujeres la frustració­n que resulta de tener las mismas capacidade­s que los hombres, pero ser retribuida­s injustamen­te.

John Stuart-Mill escribió una vez que “de la misma manera que nacer negro en vez de blanco, o plebeyo en vez de noble, no debe determinar las posibilida­des de una persona en su vida, tampoco debe hacerlo nacer niño, en vez de niña”. Hagamos todos el compromiso para superar la brecha salarial por género. Ni un peso menos.

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