Listin Diario

El “asalto de la máscara”

- YADIMIR CRESPO Santo Domingo, RD ARCHIVO ARCHIVO Más informació­n www.listindiar­io.com

Justo un lunes 1 de marzo, pero de 1993, a las 2:00 de la tarde, un suceso estremeced­or mantuvo al país atrapado a lo máximo en tensión durante más de 12 horas, mientras en el sentir de la gente sólo dominaban tenebrosos presagios de muerte. Ese día, un asalto a mano armada fue ejecutado por un hombre enmascarad­o

en el Banco del Progreso, en una sucursal de la avenida Independen­cia con calle Socorro Sánchez, de esta capital.

Justo un lunes 1 de marzo, pero de 1993, a las 2:00 de la tarde, un suceso estremeced­or mantuvo al país atrapado a lo máximo en tensión durante más de 12 horas, mientras en el sentir de la gente sólo dominaban tenebrosos presagios de muerte. Ese día, un asalto a mano armada fue ejecutado por un hombre enmascarad­o en el Banco del Progreso, en una intersecci­ón de la avenida Independen­cia y la calle Socorro Sánchez, en la capital dominicana.

La tensión mantuvo en vilo a la población, no tan sólo las 12 horas que permaneció el atracador encerrado con cinco rehenes en la entidad bancaria, sino también los días posteriore­s a ese trágico momento, que tuvo un desenlace fatal.

Todo se inició cuando el médico cirujano Cristóbal Eliseo Payano Rodríguez, con el rostro cubierto por una máscara de payaso, tomó como rehenes a una docena de personas mientras asaltaba el referido banco.

Una de las empleadas dio la voz de alerta. Era una joven embarazada que estaba conversand­o con la gerente de Recursos Humanos de la sucursal principal, quien era la esposa de Payano, inocente de que su marido era quien cometía tal acto.

La policía rodeó el lugar antes de que el asaltante huyera en el carro de la gerente de la entidad bancaria, Gilda Suero de Arias, con RD$3,380, un cheque valorado en RD$10,000 y dos anillos.

Durante el tiempo que el hombre de la máscara quedó atrapado en el local con empleadas del banco como rehenes, roció con gasolina diversos puntos y objetos del lugar, y provocó varios incendios para presionar a las autoridade­s.

Desde fuera, los agentes policiales trataban de negociar con el atracador para que se entregara, pero la confianza en el coronel Mario Peguero Hermida, encargado del Departamen­to de Homicidios de la Policía Nacional (PN) y principal autoridad en el hecho, se desmoronó tras este rescatar a una rehén que Payano había permitido salir para buscar la llave del carro de la gerente, como había acordado con el oficial.

A medida que pasaban las horas, la tensión aumentaba entre los espectador­es, especialme­nte cuando no se pudo observar más, ya que el enmascarad­o había ordenado que cerraran las cortinas y apagaran las luces.

Entre periodista­s, militares y mirones, se encontraba Ramón Carmona, un correspons­al dominicano para el canal Eco de la cadena mexicana Televisa, quien acababa de llegar agotado al país tras cubrir la crisis provocada en Haití para ese entonces por un gobierno de facto presidido por militares.

Su experienci­a en situacione­s parecidas le pronostica­ba el desenlace fatal.

“Mi experienci­a en golpes de Estado y guerras me decían que esto iba a terminar muy mal porque no había un mando, demasiada gente mandaba”, expresó al rememorar lo ocurrido ese día.

Distintas figuras estuvieron realizando negociacio­nes, tales como el director del periódico El Nacional, Radhamés Gómez Pepín; Freddy Beras-Goico, productor de televisión; el sacerdote Francisco Reus, de la iglesia Episcopal y el entonces alcalde, Rafael Corporán de los Santos, junto a monseñor Francisco José Arnáiz, obispo auxiliar de la Arquidióce­sis de Santo Domingo. Incluso, el mandatario de la época, Joaquín Balaguer, le ofreció un salvocondu­cto a Payano para que se fuera del país sin ser juzgado. Sin embargo, lo que le interesaba a Payano era escapar con dos rehenes, con monseñor Arnáiz y Corporán, y un celular abierto para más tarde indicar dónde dejaría a las dos señoras.

Carmona, igual que el psiquiatra y comunicado­r Máximo “Tutín” Beras-Goico, advirtiero­n a Freddy que no saldría vivo del asalto si se intercambi­aba por una rehén, confiado en que podía convencer a Payano de la locura que estaba cometiendo.

Fue entonces cuando “Tutín”, en su calidad de experto de la salud mental, le expresó a Freddy en un diálogo presenciad­o por el periodista Luis Eduardo Lora, mejor conocido como Huchi Lora, que no se trataba de un delincuent­e cualquiera, sino de un psicópata.

La desesperac­ión del asaltante no era por obtener el dinero para saldar sus deudas, sino la incertidum­bre de si lograría escapar sin ser identifica­do. Por eso solo expresaba la consigna “fuga o muerte”, título que lleva un libro sobre este caso, escrito por el referido periodista. Pasada las 12:00, ya entrada la madrugada, la tortura continuaba. Empapaba con más gasolina mientras en un edificio contiguo las autoridade­s se reunían para seguir las negociacio­nes y encontrar una solución.

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 ??  ?? Más de 12 horas de pánico y tensión durante el asalto al Banco del Progreso que mantuvo en vilo a la población, cuando Cristóbal Eliseo Payano Rodríguez, tomó de rehenes a una docena de empleados de la entidad bancaria.
Más de 12 horas de pánico y tensión durante el asalto al Banco del Progreso que mantuvo en vilo a la población, cuando Cristóbal Eliseo Payano Rodríguez, tomó de rehenes a una docena de empleados de la entidad bancaria.
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El desenlace fatal del asalto al Banco del Progreso el 1 de marzo de 1993.

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