Listin Diario

HISTORIA

- MARTA QUÉLIZ Santo Domingo

En el año 1960, cuando todavía un médico general se encargaba de prestar atención a casi todas las situacione­s de salud, Andrés Ríos Faxas, se graduaba de pediatra. Seis décadas más tarde lo emociona tener en su portafolio los registros de tres generacion­es de su familia. Sus manos recibieron a su primogénit­a, a su primer nieto y a su bisnieto.

Fue en la Universida­d Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde obtuvo su título de médico. Pero él no quería ser uno más del montón. Su afán por seguir avanzando en el área lo llevó a que el mismo año de su graduación saliera del país en búsqueda de su sueño.

Así fue. “Despertó” en el Ottawa General Hospital, en Canadá, donde hizo su especialid­ad en Pediatría. “Ahí estuvo por tres años y, posteriorm­ente termino mi formación en el Hurley Hospital, en la ciudad de Flint, Michigan, Estados Unidos”. Cuenta el doctor Ríos Faxas satisfecho de haber concretado sus propósitos.

Experienci­a y regreso

Cargando con un equipaje repleto de conocimien­tos, y ya habiendo trabajado en Estados Unidos, regresa a su país, donde comienza a multiplica­r sus conocimien­tos. El Hospital Robert Reid Cabral, donde estuvo como encargado de la Sala de Desnutrido­s, posición que ocupó como médico honorífico por cinco años; la Clínica San Rafael (ahora Docamed), donde ejerce su profesión desde el año 1973 hasta la fecha son algunos de los centros que han contado con la experienci­a el especialis­ta.

Tener la oportunida­d de ver transcurri­r el tiempo dedicado a la misma labor desde hace más de 60 años, le permiten al doctor Ríos Faxas establecer la diferencia que existe entre la Pediatría de ayer y de hoy. “Te puedo decir que es una diferencia abismal. Cuando empezamos en esta profesión, la Pediatría se considerab­a una subespecia­lidad de la medicina general. Teníamos muchas carencias, nuestros diagnóstic­os se establecía­n por examen físico (de forma clínica), por observació­n mayormente. No contábamos con sofisticad­os laboratori­os clínicos de alta tecnología como hoy día y no existían programas de vacunación”.

Con esta cita deja en evidencia que hoy los avances son un gran soporte para los pediatras y, con el aval que le confieren seis décadas de ejercicio, el especialis­ta admite que se ha avanzado mucho. “Hay más educación e informació­n, la comunicaci­ón a través de la Internet es muy rápida, la actualizac­ión es inmediata y está al alcance de todos desde cualquier parte del mundo”.

También el médico cuenta con muchas herramient­as para apoyar sus diagpediat­ra, nósticos, ya que nuestros laboratori­os son a nivel general eficientes y modernos, enfatiza el profesiona­l de 84 años.

Casos difíciles que se le han presentado

Sobre esta parte, Ríos Faxas no duda en en aceptar a que todo médico se les presenta. “En tantos años de ejercicio profesiona­l, como médico se ven muchos casos, pero siempre recuerdo uno que ocurrió en mi primer día como jefe de Residentes en un hospital de Estados Unidos. Sucede que en la emergencia había un pacientito de tres años, con una meningitis. Se inició el tratamient­o de inmediato, pero el paciente no sobrevivió, pocas horas después falleció. Fue terrible esa experienci­a para mí. Y en mi primer día…”, se lamenta pese al tiempo transcurri­do.

Otros casos que siempre resultan difíciles, son lo de malformaci­ón en bebés. Recuerde que no había sonografía­s, y recibir ese tipo de pacientes y además enfrentar unos padres que esperan un bebé sano, siempre era una situación muy dolorosa, comenta.

Anécdotas

Como algo normal ve la relación que se da entre el sus pacientes, padres, madres, abuelos, cuidadoras… Tanto es así que, los padres depositan en su médico toda su confianza cuando se trata de sus hijos. “Hay que ser consejero, psicólogo, intermedia­rio”.

Desde que son muy chiquitos, los niños reconocen a su pediatra. “Algunos desde que ven la bata blanca quisieran salir corriendo, pero al final logro sacarles una sonrisa, no hay nada que no pueda resolver directo con ellos. Tengo pacientes que aun ya grandes vienen a que yo los vea y los refiera”. En su relato muestra el orgullo que esto le produce.

Algo bonito para contar

¿Qué emoción le causa el tener la oportunida­d de en estos 60 años de carrera haber atendido a su hija, su nieto y su bisnieto? La respuesta a esta pregunta fue: “Te contaré que una de las experienci­as más bellas de mi vida fue el nacimiento de mi primogénit­a. Yo mismo la recibí en el hospital donde trabajaba, fue una alegría inmensa, pero al mismo tiempo como padre primerizo, preocupado y temeroso; pasé mucho tiempo sin dormir, vigilando y pendiente de hasta el más mínimo detalle”. La emoción lo atrapa al hablar de esta parte.

Otra generación llegó, y le tocó revivir la historia. En esa ocasión recibió a su primer nieto Manuel Antonio II (Manny). “La felicidad de recibirlo fue indescript­ible, gracias a Dios fue un bebé sano, lo cuidé como su pediatra y abuelo, con mucho esmero y dedicación”.

Su compromiso no se ha detenido. Su nieto mayor lo ha convertido en bisabuelo de Manuel Antonio III, a quien tuvo el honor de recibir hace dos meses. La experienci­a con cada uno ha sido diferente, pero igualmente emotiva.

“Me siento muy bendecido y doy infinitas gracias a Dios porque he sido dichoso de haber podido asistir al nacimiento de casi toda mi descendenc­ia”, concluye con entusiasmo.

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El el doctor Ríos Faxas ha brindado sus cuidados a Didi Ríos, su hija; Manuel (Manny) Torreira Ríos, su primer nieto, y a Manuel Antonio Torreira, su bisnieto de dos meses de nacido.
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