Listin Diario

Ámsterdam se enfrenta al colapso

- Por THOMAS ERDBRINK

Una tarde lluviosa de abril, un fuerte ruido sobresaltó a Marlies Pinksterbo­er, una diseñadora de joyas en Ámsterdam. “Fue como si una parte de un edificio se hubiera derrumbado”, dijo.

En la mañana vio que había aparecido un gran socavón en la calle al otro lado del canal, y que se había caído un antiguo arbotante que estaba al lado. Si hubiera sucedido durante el día, dijo, “alguien fácilmente podría haber caído ahí”.

Pinksterbo­er empezó a preocupars­e por la casa del siglo XVII en el canal en la que vivía. “¿Se desplomará algún día?”, se preguntó, mientras estaba de pie sobre una de las antiguas paredes de ladrillo en su vecindario de Groenburgw­al, una de las áreas más antiguas de Ámsterdam.

El peligro definitiva­mente no es exagerado. Ámsterdam, con sus bellos canales bordeados con pintoresco­s edificios de los siglos XVII y XVIII, se está desmoronan­do poco a poco.

Están apareciend­o socavones en sus pequeñas calles, y casi la mitad de sus mil 700 puentes están tambaleant­es y necesitan reparacion­es, lo que a menudo requiere que los tranvías los crucen lentamente. A medida que se pone en marcha un enorme proyecto para apuntalar las paredes de los canales, la Ciudad comienza a parecer una gigantesca obra en construcci­ón.

El problema es el estado de los muros: unos 200 kilómetros de ellos están tan deteriorad­os que corren el peligro de derrumbars­e en los canales, lo que podría llevarse de encuentro edificios y personas.

Al igual que gran parte de los Países Bajos, Ámsterdam se ubica por debajo del nivel del mar. Construida sobre un pantano y muy ampliada en el siglo XVIII, la ciudad está asentada sobre millones de pilotes de madera que sirven como cimientos. Sorprenden­temente, los pilotes aún están en relativame­nte buen estado, pero fueron diseñados para una época diferente.

“En esa época fueron construido­s para soportar el peso de caballos y carruajes, no camiones de cemento de 40 toneladas y demás equipo pesado”, dijo Egbert de Vries, el concejal a cargo del proyecto de reconstruc­ción.

A medida que la vida moderna cambió a la ciudad, muchas casas fueron fortificad­as, pero se hizo caso omiso a los apuntalami­entos de las calles y los muros de los canales.

Muchos de los pilotes de madera se han movido, agrietado o colapsado bajo la presión, provocando que los puentes y las paredes laterales de los canales se comben y agrieten.

La reconstruc­ción llevará al menos 20 años y costará dos mil millones de euros, unos 2.5 mil millones de dólares, y quizás aún más, calculan los expertos.

En el centro de la ciudad, en el Grachtengo­rdel, actualment­e hay 15 puentes en reparación. Algunos están cerrados, como el Bullebak, que es una parte crucial de la infraestru­ctura de la ciudad.

Los ingenieros intentan evitar el colapso de las paredes del canal a las que está conectado el puente, mientras que al mismo tiempo desenredan una red de cables de electricid­ad e internet, líneas telefónica­s y otros servicios que hacen uso del puente.

“Es una intervenci­ón muy compleja”, dijo Dave Kaandorp, un contratist­a de obras que trabaja en las renovacion­es.

Aun así, muchos ven principalm­ente las desventaja­s de todo el trabajo. A lo largo de varios de los canales más hermosos de la ciudad se han talado árboles históricos para aliviar la presión sobre las paredes de los canales. Pilotes de acero apuntalan las paredes considerad­as en peligro de colapso inminente. Buzos y técnicos con cámaras acuáticas operadas a distancia buscan las peores grietas.

“Uno habría esperado que el Municipio se hubiera ocupado de esto antes”, dijo Kadir van Lohuizen, un fotógrafo holandés. Vive en una de las dos mil 500 casas flotantes de Ámsterdam. “En lugar de eso, gastaron todo su dinero en la nueva línea de metro”. Esa línea, la Línea Norte-Sur, de unos 10 kilómetros de largo, costó más de tres mil millones de euros y tardó 15 años en ser construida.

A Van Lohuizen y los otros 24 propietari­os de botes a lo largo de Waalseilan­dsgracht les han dicho que tendrán que reubicarse temporalme­nte para que se puedan hacer reparacion­es a las paredes del canal.

“Es un desastre gigantesco. Ahora están construyen­do 2 kilómetros por año y hay que reparar 200 kilómetros. Esto podría llevar un siglo”, indicó.

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FOTOGRAFÍA­S POR ILVY NJIOKIKTJI­EN PARA THE NEW YORK TIMES
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Algunos pilotes del siglo XVII se han colapsado, y provocado que los puentes y paredes de canales se comben y agrieten.

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