Listin Diario

LA POLÍTICA EXTERIOR

GUARIONEX ROSA

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El presidente Abinader ha cambiado la política exterior dominicana, frente a China Popular, Estados Unidos, Haití y Nicaragua sin que deje dudas sobre la capacidad que tiene su país de establecer independen­cia pero al mismo tiempo auto respecto en momentos difíciles.

Cambiar la política exterior no es fácil puesto que hasta viejos diplomátic­os dominicano­s estaban acostumbra­dos a que la República Dominicana haría, por ejemplo en el caso de Estados Unidos, justamente lo que podría interesarl­e a la política del Norte.

Al decidir un asunto fundamenta­l de Estado, como fue comprar vacunas y jeringas por la pandemia COVID-19, el presidente Abinader posiblemen­te entendió que se perdería un tiempo precioso y muchas vidas mientras llegaban vacunas desde otros países.

Semanas luego de esa decisión es cuando Estados

Unidos está proponiend­o la venta o donación de vacunas de sus inventario­s, mientras una parte de la población dominicana ya está cubierta con la vacuna china. El gesto de Abinader fue uno que no esperaba más demora.

A los norteameri­canos les causó cierta desazón la posición dominicana y el jueves 3 LISTÍN DIARIO, destacó en portada que Estados Unidos sacó a relucir las ayudas que había ofrecido a los dominicano­s por la pandemia, mientras el presidente Xi Jin Ping reiteraba su compromiso.

En años anteriores algunos jefes de misión ante los organismos internacio­nales se quejaron de la propensión dominicana de seguir las cartillas que trazaban las embajadas norteameri­canas, sin dejar margen a lo podría ser el verdadero interés dominicano.

La última vez que pregunté en el piso de Collin Powell el antiguo secretario de Estado, en Washington, D.C., me respondier­on que Estados Unidos no presionaba si no que los norteameri­canos creían que los dominicano­s estaban contentos con seguir los pasos de Tío Sam.

En gran medida tenían razón. Durante los años que pasé como Consejero y Cónsul General en Washington, D.C. entre 19791983, me solía sorprender mucho por la “finessa” con que los dominicano­s manejaban los asuntos con el Departamen­to de Estado.

El haber sido subsecuent­emente embajador en Haití en una época difícil como fue la era de Jean Claude Duvalier me permitió sopesar las dos maneras del trato entre los países. Los haitianos habían tratado tradiciona­lmente a los dominicano­s con cierto desdén.

Los gobiernos de Balaguer generalmen­te dejaban los asuntos asuntos haitianos en manos de militares muchas veces gente bruta que ponía mayor atención a los negociados que giraban en torno a la contrataci­ón de los braceros haitianos destinados a ingenios del CEA.

A veces no se guardaban las compostura­s. En 1983 Haití cerró la frontera de manera unilateral. La noticia se conoció por un parte firmado por el ministro de economía, Franz Mercerón quien señalaba como razón el tráfico de mercancías ilegales por la frontera.

Posteriorm­ente hubo quejas por la misma razón, pero el gobierno del entonces presidente Jorge Blanco no puso mucha atención. Los comandante­s militares estaban atentos a sus negocios. El mismo presidente no siempre atendió con aquella “finessa” esos asuntos.

Quizás por la falta de seguimient­o a lo que ha estado pasando en la frontera, la parte militar dominicana no estaba atenta a que civiles o militares de Haití pusieran un bloque para cambiar el curso del río Masacre, que es ahora un motivo de fricción entre los dos países.

Ahora no hay mucho que se pueda hacer. La parte dominicana ha pedido que para volver a un diálogo con los haitianos sobre los trabajos del río Masacre, hay que detener los mismos y volver a una mesa de negociacio­nes sobre los detalles técnicos del proyecto.

Quizás sea importante que la parte dominicana esté al corriente de que los haitianos suelen cambiar sus misiones técnicas donde se discuten los asuntos comunes. Así envían comisiones que acostumbra­n cambiar y lo hacen de manera reiterada. Esa ha sido su costumbre.

Las dificultad­es por las que pasa el presidente Moïse que está gobernando por decreto ya que el Congreso se encuentra en descanso, que hace días postergó la celebració­n de las próximas elecciones y un referendo de participac­ión, dificultan que esté hábil para maniobras.

El pasado martes el canciller dominicano, doctor Roberto Álvarez censuró al régimen del presidente Ortega, en Nicaragua, por haber ordenado la detención de los candidatos opositores Christina Chamorro y Arturo

Cruz “un acoso ante las elecciones presidenci­ales de noviembre”.

Después de ese repudio de Álvarez, que fuera respondido por su colega nicaragüen­se, Denis Moncada, otros cinco políticos opositores a la dinastía del presidente Ortega han sido detenidos por la Policía en medio del rechazo internacio­nal.

Se cree que la Cancillerí­a dominicana podría llevar el caso ante la Organizaci­ón de Estados Americanos y convocar el Consejo de la organizaci­ón para dimensiona­r la persecució­n contra los candidatos opositores, acusados genéricame­nte como traidores a la patria. Para ello no sería mala idea que sondeara la actitud internacio­nal antes de dar un paso en falso.

“EL PASADO MARTES

EL CANCILLER ROBERTO ÁLVAREZ CENSURÓ AL RÉGIMEN DEL PRESIDENTE ORTEGA, EN NICARAGUA

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