Abundan ‘Angelas’ en honor a Merkel
ro ahora hay niñas de 5 y 6 años (y algunos niños) que portan variaciones de su nombre —Angela, Angie, Merkel e incluso Angela Merkel. Es imposible decir cuántas variaciones hay de su nombre.
ha identificado nueve, pero las trabajadoras sociales sugieren que podría haber muchas más.
El otoño del 2015 fue un momento extraordinario de compasión y redención para el país que cometió el Holocausto. Muchos alemanes lo llaman su “cuento de hadas otoñal”.
Pero también detonó años de reacción populista, envalentonando a líderes antiliberales como el primer ministro Viktor Orban, de Hungría, y catapultando, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, a un partido de extrema derecha al Parlamento de Alemania.
Hoy, los guardias fronterizos europeos están usando la fuerza contra los migrantes. Los campos de refugiados persisten en miseria y los líderes europeos pagan a Turquía y Libia para evitar que los necesitados intenten el viaje.
“Aquí hay dos historias: una es una historia de éxito y la otra es una historia de tremendo fracaso”, dijo Gerald Knaus, presidente fundador del European Stability Initiative, quien asesoró informalmente a Merkel sobre migración durante más de una década. “Merkel hizo lo correcto en Alemania, pero perdió el asunto en Europa”.
Después de haber huido de la guerra, la tortura y el caos en Siria, Mhmad y Widad ahora viven en la ciudad de Gelsenkirchen, en el oeste de Alemania. En su sala en un tercer piso, el rostro sonriente de Merkel es el protector de pantalla de su televisión, una presencia constante.
“Ella es nuestro ángel de la guarda”, dijo Widad, de 35 años y madre de seis hijos, que pidió que ella y su familia fueran identificadas sólo por su nombre de pila para proteger a sus parientes en Siria. “Angela Merkel hizo algo grande, algo hermoso, algo que los líderes árabes no hicieron por nosotros.
“No tenemos nada con que pagarle”, añadió. “Así que le pusimos su nombre a nuestra hija”. Angela, o Angie como la llaman sus padres, ahora tiene 5 años.
Las estadísticas más recientes del Gobierno muestran que los inmigrantes que llegaron en el 2015 y el 2016 se están integrando a paso constante en la sociedad alemana. Durante la pandemia, refugiados cosieron mascarillas e hicieron compras para alemanes de la tercera edad aislados en sus hogares. Durante las recientes inundaciones en el oeste de Alemania, se trasladaron a las zonas devastadas para ayudar con la limpia.
“Vienen a mí y me dicen que quieren retribuir en algo”, dijo Marwan Mohamed, un trabajador social en Gelsenkirchen de Caritas, la organización benéfica católica.
La crisis migratoria desató una reacción negativa, especialmente en la vieja Alemania del Este, de donde es Merkel. Aquí es donde se estableció Berthe Mballa en el 2015.
Desde que llegó a la ciudad oriental de Eberswalde, a Mballa la han insultado en la calle y escupido en un autobús. Muchos electores en esta región odian a Merkel, pero Mballa no dudó en bautizar a su hijo, nacido en Alemania, “Cristo Merkel” —“porque Merkel es mi salvadora”.
Hoy, Alemania y el resto de Europa han dejado de recibir refugiados. Los políticos del propio partido de Merkel han reaccionado ante la crisis humanitaria en Afganistán declarando que “el 2015 no debe repetirse”.
En Gelsenkirchen, Widad y su esposo, Mhmad, han sido tratados bien, pero saben que los tiempos han cambiado.
“¿Quién dirigirá Alemania?”, preguntó Mhmad. “¿Qué nos pasará cuando ella no esté?”.
Mballa también se preocupa, pero cree que bautizar a su hijo en honor a Merkel es una forma de mantener vivo el legado de la canciller.
“Nuestros hijos contarán a sus hijos la historia de sus nombres”, dijo Mballa. “Y, quién sabe, tal vez entre los nietos haya uno que dirigirá este país con ese recuerdo en mente”.