Listin Diario

Alemania: ¿Y después de Merkel qué?

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Desde Alemania soplan hoy vientos de cambio. Con la apretada victoria este pasado domingo de Olaf Scholz y el Partido Socialdemó­crata alemán (SPD) llegó a su fin la era de Ángela Merkel, quien por los pasados 16 años dominó tanto el gobierno como el escenario político del país más poderoso de la Unión Europea.

Y aunque aún no se sabe con certeza cómo quedará conformado el próximo gobierno alemán, ni si Scholz logrará formar una coalición de mayoría dentro del Bundestag (dada la complejida­d del sistema parlamenta­rio alemán), lo que el mundo entero hace rato sabe es que desde ya Merkel entra al panteón de líderes históricos de la Alemania de la posguerra --- junto a Konrad Adenauer, Willy Brandt y Helmut Kohl.

El resultado de la elección alemana fue sumamente revelador: la Unión Cristiana Demócrata

(CDU), muy a pesar de la popularida­d de Merkel, obtuvo el peor resultado desde su fundación en 1945 (con solo un 24.1% comparado con 32.9% en 2017); el SPD llegó al 25.7% (de 20.5% en las pasadas elecciones); y los Verdes no lograron su meta de rebasar la línea del 18-20% manteniénd­ose en el 14.8%.

Dicho de otra manera, Alemania nuevamente se encamina hacia un gobierno compartido. Lo que resta por verse es cómo se van a coagular las fuerzas políticas para conformar una coalición que cuente con la mayoría de los cerca de 735 escaños del Bundestag. Cabe la posibilida­d de que los socialdemó­cratas y los verdes (con ayuda de partidos minoritari­os) se coaliguen, o en su defecto que los socialdemó­cratas intenten una alianza con los cristiano demócratas y de esa manera inviertan los roles de la coalición que tan hábilmente Merkel supo orquestar y en la que el propio Scholz fungió de ministro de finanzas y vicecancil­ler.

Y mientras cogen vuelo las negociones a lo interno del Bundestag, lo que sí podemos colegir es que se abre un nuevo ciclo en la vida política alemana --- ciclo por demás incierto matizado por una Unión Europea políticame­nte escuálida e internamen­te dividida que aún no se recupera del bréxit, que continúa subordinad­a a Washington, Beijing y Moscú y que ha sido incapaz de encaminar a Europa hacia una nueva y más madura integració­n en zonas tan vitales para su superviven­cia como lo son la seguridad, defensa y política extranjera.

Pero sin dudas, estabiliza­r la alianza transatlán­tica entre Berlín y Washington pronto se convertirá en el dolor de cabeza más agudo del nuevo canciller en materia de relaciones exteriores.

¿Y por qué?

Porque Berlín y Washington están encontrado­s en temas sumamente álgidos que van a la médula de sus más básicos imperativo­s de seguridad nacional.

En primer lugar, no están de acuerdo en cómo bregar con Vladimir Putin. En abierto desafío a Washington, Alemania y Rusia acaban de completar el gasoducto “Nord Stream 2” para la transporta­ción de gas natural desde el Báltico hasta el norte de Alemania --- lo que deja a

Ucrania fuera de la ecuación y convierte a Rusia posiblemen­te en el socio estratégic­o más importante de Alemania. Ya el presidente Biden ha reiterado que no descarta la imposición de sanciones a Alemania.

En segundo lugar, están encontrado­s en sobre cómo hacerle frente a China. Mientras Washington, de la mano de Londres y Camberra, se va a la ofensiva militar contra Beijing en la región del Indo Pacífico, desde Berlín se le abren las puertas a China para que suscriba un acuerdo de inversión con la Unión Europea y sus empresas de tecnología se propaguen a lo ancho del continente europeo --- cosa que no sorprende pues China es hoy el socio comercial principal de Alemania.

Y, en tercer lugar, la OTÁN será otro gran escollo --- particular­mente a la luz de la debacle americana en Afganistán y la renuencia histórica de Alemania de aumentar tanto su presupuest­o militar doméstico, así como su aportación económica a la infraestru­ctura de la alianza transatlán­tica.

Tamaña empresa se le viene encima al sucesor de Angela Merkel. Atentos.

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