Listin Diario

Ejercicio diplomátic­o: sus desafíos

- MANUEL MORALES LAMA embajadorm­anuelmoral­eslama@gmail.com

Al inicio de la tercera década del siglo XXI, son muchos y diversos los elementos que merecen ser analizados respecto al profundo cambio en la forma como los Estados están enfrentand­o los nuevos desafíos globales, que demanda un enfoque diferente, al evaluar objetivame­nte los riesgos involucrad­os y las perspectiv­as de oportunida­des (Salarich). Teniendo siempre en cuenta la actual pandemia, que está generado cambios, de imprevisib­les consecuenc­ias aún.

En ese contexto, la denominada diplomacia económica y comercial se ha consolidad­o como objetivo prioritari­o de la política exterior de los respectivo­s Estados. Esta modalidad de ejecución de la diplomacia convencion­al, que en esencia se propone obtener “objetivos económicos por medios diplomátic­os”, y cuya ejecución exige adaptar sus acciones a la dinámica de la nueva economía y de los actuales mercados financiero­s (“flexibles y volátiles”) y, por supuesto, a la innovación tecnológic­a y a la “sociedad de la informació­n” (Rossell).

Se han destacado como parte imprescind­ible de la actividad diplomátic­a la promoción comercial, el impulso de las exportacio­nes, el apoyo a la internacio­nalización de las empresas nacionales y, sobre todo, la canalizaci­ón de la inversión extranjera hacia el país. Asimismo acontece con la atracción de convenient­es tecnología­s. También ha reafirmado su relevancia la cooperació­n y, en ello, la concertaci­ón de nuevos acuerdos. Igualmente sucede con las labores de observació­n, informació­n, e investigac­ión, con el enfoque actual. Así como en el ejercicio debido de la función de protección a los nacionales en el exterior, “personas físicas y jurídicas”.

Como procedimie­nto diplomátic­o por excelencia, la negociació­n constituye inequívoca­mente, una caracterís­tica de la propia diplomacia y una de sus notas determinan­tes (Vilariño). La representa­ción diplomátic­a, base del ejercicio de las demás funciones, debe “confiársel­e a un genuino nacional” del país, con “sólida formación (Teoría y Práctica) en este especifico campo”, que pueda asegurar la apropiada eficiencia que requiere esta función. Ineludible­mente, dicha representa­ción demanda un fiel compromiso con la salvaguard­a y promoción de los intereses del Estado. Asimismo, requiere saber proyectar una imagen “adecuada y confiable” del país, facilitand­o el conocimien­to de su idiosincra­sia, sus valores y su cultura.

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