Una Rusia que vive en zozobra
Entró al café con una mascarilla que decía: “No tengo miedo, y tú no tengas miedo”. Un hombre con una chaqueta de cuero la siguió, la miró cuando ella se sentó a mi lado y luego desapareció. Otro hombre, con chaleco y gorra gris, esperaba afuera.
Nos siguió cuando salimos. Me encontraba entrevistando a Violetta Grudina, una activista en la ciudad ártica rusa de Murmansk, quien está aliada con Aleksei A. Navalni, el líder encarcelado de oposición. Grudina aún se estaba recuperando de una huelga de hambre. Ahora, bajo una vigilancia implacable, confesó sentir una desesperación progresiva y paralizante.
“Todos estamos en una trampa, atrapados por un tirano”, dijo Grudina. “Este estupor que surge de dar todo lo que puedes, pero nada cambia, es difícil”.
Rusia es un país en el que nada cambia hasta que todo cambia. En las elecciones parlamentarias nacionales del mes pasado, el partido gobernante de Rusia retuvo una mayoría de dos tercios en la Cámara Baja del Parlamento y reclamó una victoria arrolladora en un Moscú de mentalidad de oposición, una cruda demostración del poder del Kremlin denunciado como falseado.
El Gobierno del presidente Vladimir V. Putin ha alcanzado un nuevo apogeo de autoritarismo, revestido de una pátina de cómoda estabilidad. Para muchos, Putin sigue siendo un héroe, en especial por su asertiva política exterior, mientras que los que se oponen a él se están retrayendo, como dicen, a sus propios oasis o mundos paralelos.
Del 24 de agosto al 7 de septiembre, el fotógrafo Sergey Ponomarev y yo cruzamos Rusia de norte a sur —viajando cuatro mil 800 kilómetros desde el Ártico hasta la República de Chechenia en el Cáucaso— para explorar por qué Putin, tras 20 años en el poder, ha podido mantener su control sobre un país tan grande.
Cinco noches en vagones dormitorio de tren nos llevaron a lo largo de una ruta de campaña singularmente rusa, atravesando de manera longitudinal la inmensidad del país. En Murmansk, los absurdos esfuerzos con el objetivo aparente de mantener a Grudina fuera de la boleta electoral incluyeron una hospitalización forzada en una sala de coronavirus. En Chechenia, los rivales del gobernante de la región parecían estar tratando de obtener la menor cantidad de votos posible.
“La gente no puede decir: ‘que alguien más se haga cargo’”, me dijo Artyom Kiryanov, un candidato del partido Rusia Unida de Putin. “No existe tal alternativa, en lo absoluto”.
Antes de las recientes elecciones, una