Caminan por la selva, a EE. UU.
NECOCLÍ, Colombia — Durante décadas, el Tapón del Darién, una zona selvática sin caminos y sin ley que une a América del Sur con el norte, era considerado tan peligroso que apenas unas cuantas miles de personas al año eran tan audaces, o estaban tan desesperadas, como para intentar cruzarlo.
Pero las autoridades panameñas dicen que la devastación económica causada por la pandemia en América del Sur fue tal que en los primeros nueve meses de este año unos 95 mil migrantes, la mayoría haitianos, intentaron atravesarlo en su camino a Estados Unidos.
Hicieron el viaje en pantalones cortos y sandalias, con sus pertenencias empacadas en bolsas de plástico, cargando a sus bebés en brazos y llevando a sus hijos de la mano. No se sabe con certeza cuántas personas lograron pasar —y cuántas se quedaron en el camino. Sin embargo, decenas de miles más se han reunido en Colombia, ansiosos por hacer el intento.
La voluntad de los migrantes de intentar atravesar el tristemente célebre puente terrestre que conecta a Colombia y Panamá —que durante mucho tiempo ha sido un factor disuasivo para caminar hacia el norte— además de representar, según los expertos, un desastre humanitario inminente