Portugal brilla en la aplicación de vacunas
El sistema de salud de Portugal estaba al borde del colapso. Los hospitales de Lisboa, la capital, estaban rebasados y las autoridades pedían a la gente que se tratara en casa. En la última semana de enero, casi dos mil personas murieron al propagarse el coronavirus.
El programa de vacunas del país estaba en ruinas, por lo que el Gobierno recurrió al vicealmirante Henrique Gouveia e Melo, ex comandante de un escuadrón de submarinos. Ocho meses después, Portugal se encuentra entre los líderes mundiales en vacunación, con aproximadamente el 86 por ciento de su población de 10.3 millones completamente vacunada. Alrededor del 98 por ciento de todas las personas elegibles para las vacunas ha sido completamente vacunada, dijo el almirante Gouveia e Melo.
“Creemos que hemos llegado al punto de la protección de grupo y casi la inmunidad de rebaño”, dijo. “Las cosas lucen muy bien”.
El 1 de octubre, Portugal puso fin a casi todas sus restricciones. Ha habido una fuerte caída en los casos nuevos, a unos 650 por día, y muy pocas muertes.
Muchas naciones occidentales con abundantes suministros de vacunas han visto las tasas de inoculación estancarse, con más del 20 por ciento de sus poblaciones aún desprotegidas. Algunos están mirando a Portugal en busca de posibles pistas.
La campaña de vacunación del país ha tenido éxito incluso después de encontrar muchos de los mismos obstáculos que hicieron que otras flaquearan.
Con experiencia trabajando en retos logísticos en el Ejército, en febrero el almirante Gouveia e Melo fue nombrado para liderar el grupo de trabajo nacional de vacunación. Vistió su uniforme de combate en sus apariciones públicas, mientras buscaba esencialmente reclutar a la nación para una fuerza colectiva de lucha contra la pandemia.
“Lo primero es hacer de esto una guerra”, dijo el almirante Gouveia e Melo, recordando cómo abordó la labor. Dijo que era crítico ser visto como ajeno a la política. Reunió un equipo encabezado por personal militar de élite —matemáticos, médicos, analistas y expertos estratégicos. Cuando se le preguntó qué pueden hacer otros países para reforzar sus propios esfuerzos de vacunación, su consejo fue: “Necesitan encontrar personas que no sean políticos”.
Portugal tuvo la suerte de contar con un sólido programa nacional de vacunación, surgido de su devastadora experiencia con la poliomielitis. A medida que el grupo de trabajo ideó el sistema más eficiente para atender a las personas en los centros de inoculación, utilizó tropas para generar confianza en el sistema. Sin embargo, a medida que la campaña se trasladó a grupos de edad más jóvenes, hubo indicios de que la resistencia estaba aumentando. En julio, manifestantes estaban bloqueando un centro de vacunación en Lisboa, por lo que el almirante Gouveia e Melo acudió al lugar.
“Pasé entre esta gente loca”, dijo. “Empezaron a llamarme ‘asesino, asesino’”. Mientras las cámaras de televisión rodaban, él se mantuvo tranquilo. El verdadero asesino, dijo, sería la gente que vivía como si fuera el siglo XIII, sin ninguna noción de realidad. “Intenté comunicar de una manera muy verdadera y honesta sobre todas las dudas y problemas”, dijo.
No todos dieron la bienvenida a su enfoque. “Realmente no tenemos una cultura de cuestionar a las autoridades”, dijo Laura Sanches, una psicóloga clínica que ha criticado el despliegue de la vacunación por ser demasiado militarista.
Aún así, la campaña logró avance. “Al principio, teníamos alrededor del 40 por ciento que no estaba seguro”, dijo el almirante Gouveia e Melo. Ahora, el 2.2 por ciento no quiere la vacuna.