Qatar acapara reflectores
al-Thani, de 41 años.
“Muchos países se han ofrecido para ayudar en los esfuerzos de evacuación y reubicación en Afganistán, pero ningún país ha hecho más que Qatar”, dijo Blinken en Doha. “La colaboración entre Qatar y Estados Unidos nunca ha sido más fuerte”.
De pie a su lado, el ministro de Relaciones Exteriores de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman al-Thani, llamó a EE. UU. “nuestro aliado más importante”.
El momento soleado, ante una serie de banderas de EE. UU. y Qatar, marcó un cambio radical en las relaciones bilaterales respecto a la Administración anterior, que en un principio había apoyado un bloqueo contra Qatar por parte de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto. Esos países, respaldados por el presidente Donald
J. Trump, acusaron a Qatar de apoyar el terrorismo e interferir en los asuntos internos de otros Estados árabes, acusaciones que Qatar negó. El bloqueo terminó a principios del año, antes de la toma de posesión de Biden.
Ahora son las buenas relaciones de Qatar con descarriados como los talibanes e Irán —relaciones que contribuyeron a las acusaciones de apoyar el terrorismo— las que lo han vuelto invaluable como intermediario, lo que le permite a Qatar promover lo que llama “diplomacia preventiva”.
“A veces, un tamaño pequeño te permite, de hecho, desempeñar precisamente ese papel, porque no estás intimidando a nadie”, dijo la ministra adjunta de Relaciones Exteriores de Qatar, Lolwah Al-Khater. “No vamos a librar una guerra contra nadie”.
Qatar, que tiene alrededor de 300 mil ciudadanos, comparte un enorme yacimiento de gas natural con Irán, lo que le da a su población un ingreso per cápita de más de 90 mil dólares al año, uno de los más altos del mundo, según con el CIA World Factbook. Ha utilizado ese dinero para promover su visión de la región —que incluye a islamistas políticos— a través de Al Jazeera, la red satelital árabe de su propiedad, y para presentar la candidatura para ser sede de la Copa del Mundo 2022.
En el camino, ha mantenido vínculos con una variedad de grupos islamistas, incluyendo milicianos palestinos Hamas en Gaza, la Hermandad
Musulmana en Egipto y el talibán en Afganistán. Estos vínculos han resultado útiles para Occidente, que los ha utilizado para negociar liberaciones de rehenes en países como Siria.
Desde que la embajada estadounidense en Kabul fue evacuada en agosto, EE. UU. ha trasladado sus operaciones diplomáticas afganas a Doha.
“No hay duda de que han jugado bien sus cartas”, declaró Stephens, el experto en política del Golfo.