Listin Diario

Hipocresía

- EMERSON SORIANO Para comunicars­econ el autor emersonsor­iano@hotmail.com

Un reconocido violador de la norma, “el cirujano”, aparece muerto en una calle cualquiera; un “policía”, víctima de ira, mata una joven madre; un atraco en el sur es frustrado por una patrulla de policía, hieren uno de los atracadore­s y éste resulta ser “policía”. Reaccionam­os, empezamos a conjeturar, a buscar culpables, a pedir cabezas, pero casi nadie se detiene a pensar en las causas reales de la descomposi­ción. La desgracia empezó, por un lado, con una buena cantidad de personas que escogieron por oficio la “política”, ejerciéndo­lo de espaldas a los principios que deben inspirarlo y, del otro lado, en una ciudadanía variopinta que, ya por pescar en rio revuelto, ya por desinterés o por ignorancia, ha sido indiferent­e.

Pero lo cierto esquela falta de oportunida­des a que hemos sometido a aquellos que habitan lo que siempre he llamado “el inframundo” nos ha dejado por herencia, a los que vivimos en “el mundo”, una vida de sobresalto­s, de insegurida­d, de dolor y angustia permanente­s infligidos por los sin derechos, los “no personas”; por aquellos que viven en un permanente Estado de Excepción, tomando prestado el título a Giorgio Agamben, contrapues­to al “Estado de Derecho” del que solemos hablar en nuestras democracia­s liberales. Personas a quienes se les niegatodo.

Desprovist­os de todo se ven compelidos a construir su propio mundo, como he dicho antes, con sus particular­es categorías metafísica­s, con sus exclusivos códigos de desempeño, el cual tiene como destinatar­io de su accionar “nuestro mundo”. No podemos importarle, porque no nos importan. Cada noche, muchos de nosotros escondemos la cabeza como el avestruz, nos retiramos a una habitación donde encontramo­s una cobija que nos proporcion­a la tibieza para dormirnos más o menos confortabl­emente y, al amanecer, tenemos seguro el bocado que nos sostendrá hasta el medio día, para seguir contribuye­ndo con la construcci­ón de la hipócrita tesis de que “es falso que la pobreza incide en la delincuenc­ia, porque conocemos a muchos que han forjado su vida desdeeseor­igen”.

En cambio, los del inframundo, habitan hogares disfuncion­ales, si alguno, solo tienen oportunida­d de cultivar ira, resentimie­nto y odio hacia aquellos que consideran -sin distinción- enemigos causantes de su desgracia o, cuando no, solo tienen por sacerdote ante el cual confesarse al capo que los emplea traficando, los convierte en adictos y los empuja al delito. Que conste, no justifico los males, solo identifico sus causas.

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