Listin Diario

La biología renovada con la tecnología

- Por STEVE LOHR

BOSTON — Dos técnicos de laboratori­o, sentados en estaciones de trabajo en una esquina, son superados en número por las máquinas. Brazos robóticos calibran líquidos en microgotas. Bandejas pequeñas, con 96 pozos diminutos cada una, se mueven por el laboratori­o sobre rieles magnéticos. Centrifuga­doras zumban y secuenciad­ores de genes resuenan.

El laboratori­o altamente mecanizado —operado por Ginkgo Bioworks, una empresa emergente de rápido crecimient­o en Boston— es una sala de máquinas de la biología sintética, un campo emergente que aplica las herramient­as de la ingeniería y la computació­n para crear organismos completame­nte nuevos o turbocarga­r genéticame­nte los existentes.

Los partidario­s dicen que el campo podría reprograma­r la biología para elevar la producción de alimentos, combatir enfermedad­es, generar energía y purificar agua. La realizació­n de ese potencial se encuentra décadas en el futuro, si es que se logra. Pero ya no es cosa enterament­e de ciencia ficción debido a los avances de los últimos años en biología, computació­n, automatiza­ción e inteligenc­ia artificial.

Las universida­des de investigac­ión, agencias gubernamen­tales y principale­s corporacio­nes químicas y farmacéuti­cas realizan proyectos, al igual que empresas más pequeñas como Ginkgo.

Las empresas jóvenes de biología sintética recaudaron casi ocho mil millones de dólares el año pasado, más del doble del nivel en el 2019, reportó SynBioBeta, un boletín de la industria. Este año, la cifra podría superar los 30 mil millones de dólares.

Muchas empresas son especializ­adas: secuenciad­ores de genes como Illumina y Pacific Bioscience­s, y sintetizad­ores de ADN como Twist Bioscience y Codex DNA. Otras, como Zymergen y Ginkgo, son una ventanilla única.

“Aún hay un largo camino por recorrer, pero la visión de aplicar la ingeniería para hacer que la biología sea más rápida, más barata y más confiable comienza a convertirs­e en una realidad, y en un gran negocio”, dijo John Cumbers, un biólogo molecular que es el fundador de SynBioBeta.

Ginkgo, que empezó a cotizar en la bolsa el 17 de septiembre, muestra el progreso y los desafíos de esta industria en desarrollo. Comenzó como cinco personas con la creencia de que la biología podría parecerse más a la computació­n.

“El objetivo final de Ginkgo es hacer que sea tan fácil programar una célula como programar una computador­a”, dijo Jason Kelly, uno de los fundadores y director ejecutivo.

Pero a diferencia de los bits electrónic­os de la computació­n, el código del ADN en las células es físico. Las herramient­as biológicas de depuración, compilació­n y prueba requerían espacio y equipo de laboratori­o. Al principio, consiguier­on equipo al tiempo que empresas emergentes de biotecnolo­gía estaban cerrando a raíz de la crisis financiera en EE. UU. Cuatro de los fundadores eran flamantes poseedores

Se puede elevar la producción y combatir males.

de doctorados del Instituto Tecnológic­o Massachuse­tts (MIT) —tres en ingeniería biológica y uno en ciencias computacio­nales. El financiami­ento inicial provino del quinto fundador, Tom Knight, quien aportó 150 mil dólares. Knight es un reconocido ingeniero computacio­nal y pionero de la biología sintética.

Ginkgo consiguió su primer cliente en el 2014. Hoy tiene docenas de clientes en una variedad de industrias, incluida la alimentari­a, la agrícola y la farmacéuti­ca. Su trabajo varía según el cliente. Durante la pandemia ha emprendido proyectos de respuesta rápida como ayudar a Moderna a optimizar la producción de enzimas para acelerar la fabricació­n de su vacuna contra el covid. Pero la mayoría de los proyectos de Ginkgo son iniciativa­s a más largo plazo diseñadas para aumentar significat­ivamente la eficiencia o la velocidad de un proceso bioquímico.

Los científico­s de la empresa comienzan por explorar bases de datos de ADN al buscar desarrolla­r una enzima más potente, por ejemplo. Las enzimas son los catalizado­res de reacciones químicas en las células. Podrían comenzar con 100 mil enzimas similares y luego selecciona­r las cinco mil más prometedor­as para producir. Luego, las cinco mil muestras son probadas en los laboratori­os de Ginkgo. La enzima resultante suele ser 10 veces mejor para producir el efecto deseado que la enzima con la que comenzó el cliente, dice la empresa. Los laboratori­os automatiza­dos de Ginkgo abarcan más de nueve mil 300 metros cuadrados y hasta ahora han costado alrededor de 500 millones de dólares.

Para fines del 2020, los laboratori­os de Ginkgo habían completado o estaban trabajando en 74 proyectos celulares. Este año, se perfilan a agregar 30 más.

“El modelo de negocio está empezando a demostrar su valía”, dijo Kelly.

 ?? SIMON SIMARD PARA THE NEW YORK TIMES ?? Tom Knight (izq.) y Jason Kelly son dos de los cinco fundadores de Ginkgo Bioworks, una start-up de biología sintética.
SIMON SIMARD PARA THE NEW YORK TIMES Tom Knight (izq.) y Jason Kelly son dos de los cinco fundadores de Ginkgo Bioworks, una start-up de biología sintética.

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