El Salvador se convierte en barómetro del Bitcoin
rar, en gran medida, a las criptomonedas, los gobiernos de todo el mundo se apresuran a responder a esta industria en crecimiento vertiginoso, que empieza a perturbar la banca y a filtrarse en la vida cotidiana y que representa 2 billones de dólares.
En junio, Nayib Bukele, el presidente de El Salvador de 40 años, anunció que adoptaría al bitcoin —un token financiero altamente volátil, operado por una comunidad descentralizada de emprendedores tecnológicos— como moneda nacional, a la par de la actual moneda de curso legal, el dólar estadounidense. “Esto generará empleos y ayudará a fomentar la inclusión financiera”, afirmó Bukele en un discurso por video. También indicó que convertiría al país en un centro de innovación y turismo.
La idea surgió de un experimento social iniciado en 2019 en El Zonte, un pueblo salvadoreño de surfistas, donde un grupo de activistas usó una donación de bitcoins para crear una red comunitaria de pagos en criptodivisas. El proyecto, Playa Bitcoin, superó la desconfianza de los residentes al integrar la moneda en la vida cotidiana, usando los bitcoins para premiar a los estudiantes por hacer sus tareas y proporcionar ayuda a las familias durante la pandemia. “Nuestra estrategia para crear un ecosistema en el que funcionara el bitcoin se basa en dos elementos: el tiempo y la confianza”, afirmó Luis Morales, un organizador de Playa Bitcoin.
Ambos elementos brillan por su ausencia en la estrategia de Bukele. Según una encuesta realizada por la Cámara de Comercio de El Salvador, los empresarios, las organizaciones internacionales y el 93 por ciento de los salvadoreños se oponen a la adopción del bitcoin.
Sin embargo, el 7 de septiembre, el gobierno obligó legalmente a todos los vendedores a aceptar el bitcoin, una medida que desencadenó la mayor manifestación callejera de El Salvador en años y mermó el enorme apoyo popular de Bukele.
El gobierno creó una app para celulares —Chivo Wallet— que permite a los ciudadanos, incluidos muchos que no tienen cuentas bancarias, enviar y recibir pagos o cobros expresados en bitcoin, convertirlos a dólares y retirarlos de cajeros automáticos especiales. También dio 30 dólares en bitcoin a cada salvadoreño, que adoptara el monedero electrónico.
Pero la app se ha visto afectada por fallas técnicas, y muchos cajeros automáticos se quedaron sin dinero, cuando la gente se lanzó rápidamente a convertir sus reservas de bitcoins en dólares más estables.
El gobierno también dijo que reservó 150 millones de dólares, equivalentes al 12 por ciento del presupuesto de inversión pública de El Salvador de 2020, para garantizar la libre convertibilidad de bitcoins a dólares. Los funcionarios no ofrecieron ninguna explicación sobre cómo evitarán el uso del bitcoin para el lavado de dinero, o qué sucedería, si el fondo de conversión se queda sin efectivo.
Aunque todas las transacciones en bitcoins llevan un código para garantizar la transparencia, Bukele ha tratado la política monetaria como un secreto de Estado. Toda la información relacionada con Chivo Wallet, creado con fondos de los contribuyentes, pero manejado como una empresa privada, ha sido clasificada por el presidente.
“Está jugando a la ruleta rusa con el dinero público”, dijo Ruth López, una abogada salvadoreña de la organización sin fines de lucro Cristosal, que demandó al gobierno por las irregularidades de financiamiento de Chivo Wallet.
Bukele y otros funcionarios rehusaron hacer comentarios. En la calle, el impacto de la política ha sido desigual. La mayoría de la gente teme la extrema volatilidad del precio de la criptomoneda, dice que carece de conocimientos tecnológicos o desconfía de las intenciones del gobierno.
Pero la criptomoneda ha permitido que al menos algunos salvadoreños sin cuentas bancarias accedan a pagos digitales, inviertan sus ahorros o incrementen sus ingresos, y su uso está aumentando gradualmente entre los jóvenes.
Laura Trejo, estudiante de 29 años, hacía fila frente a un cajero Chivo para retirar remesas enviadas por su tío, sin pagar comisión.
Junto a ella, José Ercidio, de 50 años, vendedor de verduras, esperaba su turno. Indicó que Chivo Wallet había permitido a los clientes enviarle montos pequeños, lo que impulsó las ventas. “Es un beneficio para la gente pobre y humilde”, expresó.
Mario Gómez, un salvadoreño experto en datos fue detenido por la policía y retenido durante seis horas el mes pasado, bajo acusaciones no especificadas de delitos financieros, después de organizar seminarios en las redes sociales sobre los riesgos de las criptodivisas.
“Lo que Bukele está haciendo no es bitcoin, sino un sistema estatal bancario centralizado”, indicó. “Es la antítesis de los principios de los defensores del bitcoin”.
Un paso populista, o un intento de mayor control del líder.