La crisis de energía invernal acecha
De vez en cuando, las placas tectónicas geopolíticas que sostienen la economía mundial se mueven, de repente, en formas que pueden sacudir y desestabilizar todo en la superficie. Eso sucede en este momento en la esfera de la energía.
Están confluyendo varias fuerzas que podrían convertir a Vladimir Putin en el rey de Europa, permitir que Irán se burle de Estados Unidos y construya una bomba atómica, y trastocar los mercados eléctricos europeos, lo suficiente como para que la próxima conferencia climática de la ONU en Glasgow, Escocia, pueda sufrir apagones debido a muy poca energía limpia.
Los precios del gas natural y el carbón en Europa y Asia acaban de alcanzar niveles récord, los precios del petróleo en EE. UU. alcanzaron un máximo de siete años y los de la gasolina están 1 dólar el galón más altos, respecto al año pasado. Si este invierno es tan cruento como predicen algunos expertos, me temo que veremos un contragolpe populista a todo el movimiento climático/ecológico.
Soy fanático del boletín financiero escrito por Bill Blain, un estratega de mercados inteligente e irreverente en Londres. El 30 de septiembre, resumió sin rodeos la situación energética de Reino Unido y Europa de esta manera:
“Este invierno va a morir gente de frío. A medida que suba el precio de la energía, los costos recaerán desproporcionadamente sobre los más pobres de la sociedad. Las desigualdades de ingresos quedarán dramáticamente expuestas, a medida que los más vulnerables de la sociedad enfrenten una dura elección: calentarse o comer... Este invierno, es probable que Reino Unido esté de rodillas, suplicando energía de donde sea que esté disponible. Europa tendrá los mismos problemas. Oriente Medio cobrará todo lo que pueda y la capacidad de entrega es limitada... Y Vladimir Putin está impaciente. Invitará a cada líder europeo a defender su caso individualmente, preguntando de manera amenazadora a cada uno por qué debería abrir los grifos de gas a su nación en específico. Créanme, este invierno va a ser espantoso”.
¿Cómo llegamos aquí? En verdad, es un caso de una buena y una mala noticia.
La buena noticia es que todas las economías importantes se han comprometido a reducir su huella de carbono, al eliminar poco a poco los combustibles más sucios como el carbón para calentar hogares y operar industrias. La mala noticia es que la mayoría de las naciones lo hacen de forma descoordinada, de arriba a abajo, y antes de que el mercado produzca suficientes energías renovables limpias como eólica, solar e hidroeléctrica.
Si no tienes suficientes energías renovables, pero quieres ser ecológico, la segunda opción es el gas natural, que emite cerca de la mitad de CO2 que el carbón. Pero no hay suficiente de este combustible de transición. Por lo tanto, todo el mundo se apresura a conseguir más, razón por la cual el mayor proveedor de gas de la Unión Europea, Rusia, se siente seguro y los precios se disparan junto con los apagones.
Como informó
el 27 de septiembre, en cuanto al gas natural, “los inventarios en las instalaciones de almacenamiento europeas se encuentran a niveles históricamente bajos para esta época del año. Los flujos de gasoductos desde Rusia y Noruega han sido limitados.
Eso es preocupante, ya que el clima más calmado ha reducido la producción de las turbinas eólicas, mientras que las vetustas plantas nucleares de Europa están siendo desactivadas poco a poco o son más propensas a interrupciones, volviendo al gas aún más necesario. No es de extrañar que los precios europeos del gas subieran casi 500 por ciento en el último año y se comercialice casi a niveles récord”.
Los problemas de la cadena de suministro para el carbón relacionados con la pandemia empeoran el problema.
¿Cómo surgió tan rápido el lado de la mala noticia de este caso?
Culpen al covid-19. Primero, la pandemia estalló y fue una señal para todas las economías importantes de que nos dirigíamos a una profunda recesión. Esto hizo que los precios de todo tipo de materias básicas, incluyendo el gas y el petróleo, cayeran en espiral.
Esto, a su vez, llevó a los bancos a interrumpir la inversión en nueva capacidad de gas natural y yacimientos de crudo, luego de siete años de inversiones ya en declive en estos hidrocarburos debido a pésimos rendimientos.
Sin embargo, la economía se recuperó mucho más rápido de lo previsto. Y lo mismo sucedió con la demanda de energía. Pero esta industria no puede elevar su producción rápidamente. Así que no había suficiente gas natural, y mucho menos energías renovables, para llenar el vacío.
EE. UU. tiene suficiente petróleo y gas natural para satisfacer sus propias necesidades por ahora, pero su capacidad para exportar gas natural licuado para ayudar a otros es limitada.
Lograr la escala de energía limpia que necesitamos no solo requiere energía eólica, solar e hidroeléctrica, sino también un impuesto al carbono, en todas las principales economías industriales, energía nuclear y gas natural como puente. Si usted se opone a todo eso, no toma en serio lo que los científicos nos dicen que debe hacerse ya: poner en marcha suficientes combustibles que no emitan carbono para manejar los aspectos destructivos del cambio climático, que se han vuelto inevitables, de manera que podamos evitar aquellos que serían inmanejables.
En una reacción exagerada al accidente nuclear de Fukushima, Alemania decidió en 2011 eliminar gradualmente toda su energía nuclear para 2022: plantas nucleares que en 2000 generaron el 29.5 por ciento de la mezcla de generación de energía de Alemania. Todo eso tiene que ser reemplazado con energía eólica, solar, hidroeléctrica y gas natural, y ahora no hay suficiente.
Esta crisis energética coincide con el estancamiento en las conversaciones entre EE. UU. e Irán respecto a restaurar el acuerdo nuclear que Donald Trump anuló imprudentemente en 2018.
Tanto Israel como EE. UU. han prometido no permitir que Irán se acerque tanto a la puerta de un arma nuclear. Por desgracia, estamos entrando en un momento decisivo.
Pero, ¿y si EE. UU. o Israel sienten que tienen que atacar el programa nuclear de Irán en medio de lo que podría ser el peor invierno energético desde 1973? ¿si Irán responde disparando contra barcos petroleros estadounidenses u occidentales en el Golfo Pérsico, donde se ubica Qatar, el mayor exportador mundial de gas natural licuado? Los precios del petróleo y el gas se irán a la estratósfera.