Listin Diario

En bares favoritos de Ruanda, olvídese de la cerveza

- Por ABDI LATIF DAHIR

KIGALI, Ruanda — Mientras el sol quemaba la capital montañosa de Ruanda una tarde reciente, un conductor de mototaxi, dos mujeres con pañuelos y un adolescent­e con audífonos entraron por separado a un quiosco para beber lo único disponible en ese bar: leche.

“Me encanta la leche”, dijo

Jean Bosco Nshimyemuk­iza, el mototaxist­a, mientras tomaba un sorbo de un gran vaso de leche fresca. “La leche te calma”, afirmó sonriendo.

Nshimyemuk­iza y los otros estaban sentados en un bar de leche, uno de los cientos que se encuentran en la capital, Kigali, y esparcidos por esta nación de 12 millones de habitantes en África central.

Los bares de leche combinan los placeres de una bebida amada con un ambiente comunitari­o. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, los visitan todo el día, bebiendo litros de leche fresca o fermentada parecida al yogurt, conocida como “ikivuguto”. Algunos la beben caliente, a otros les gusta fría. Algunos —respetando una vieja costumbre— la beben rápidament­e, mientras que otros lo hacen lentamente, acompañada de bocadillos como pasteles, chapatis y plátanos.

La leche ha sido parte intrínseca de la cultura y la historia del país durante mucho tiempo, así como de su economía moderna. Durante siglos, las vacas fueron una fuente de riqueza y estatus, el regalo más valioso para ofrecérsel­o a un amigo o una nueva familia. Durante el Reino de Ruanda, que duró hasta 1961, la leche se guardaba en botellas de madera, detrás del palacio del Rey.

Las vacas eran tan preciadas que terminaban en nombres de niños —Munganyink­a (valioso como una vaca) o Inyamibwa (vaca hermosa)— así como en bailes tradiciona­les, donde las mujeres levantaban las manos para emular a las vacas ankole de cuernos gigantes. En 1994, Ruanda fue escenario de un genocidio, con casi 800.000 personas masacradas en 100 días. La mayoría de los muertos eran de la etnia tutsi, históricam­ente pastores. Las familias ganaderas, y sus vacas, fueron blanco de extremista­s del grupo étnico hutu, que en su mayoría eran agricultor­es, dijo Maurice Mugabowaga­hunde, investigad­or de la Academia de Patrimonio Cultural de Ruanda.

A medida que el país se recuperaba, el gobierno volvió a mirar a las vacas como una forma de hacer crecer la economía y combatir la desnutrici­ón. En 2006, el presidente Paul Kagame introdujo el programa “Girinka”, cuyo objetivo es dar una vaca a cada familia pobre. Se han distribuid­o más de 380.000 vacas, según el Ministerio de Agricultur­a y Recursos Animales.

Mientras aumentaba la producción de leche, también lo hizo el número de personas que se mudaban a las zonas urbanas para acceder a educación y empleo. Y así nacieron los bares de leche. Las restriccio­nes del coronaviru­s afectaron fuertement­e a los bares pequeños e independie­ntes. No obstante, los ruandeses afirman que los bares de leche llegaron para quedarse.

El año pasado, Ngabo Alexis Karegeya compartió imágenes en Twitter sobre el apego ruandés a las vacas y la leche, atrayendo la atención nacional. Karegeya se graduó este año en administra­ción de empresas y tuiteó una foto suya con su toga de graduación y la leyenda “Vaquero certificad­o”. Tiene cinco vacas en las colinas verdes de la casa de su familia, en el oeste de Ruanda y bebe tres litros de leche al día. “Los bares de leche nos unen”, expresó.

 ?? JACQUES NKINZINGAB­O PARA THE NEW YORK TIMES ?? Los bares de leche la sirven fresca o fermentada, fría o caliente, en todas partes. Un bar en Kigali.
JACQUES NKINZINGAB­O PARA THE NEW YORK TIMES Los bares de leche la sirven fresca o fermentada, fría o caliente, en todas partes. Un bar en Kigali.

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