Listin Diario

Una reforma sin igualdad

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El gobierno dominicano anuncia una reforma fiscal inevitable, que al decir de algunos funcionari­os ya está “madurada” y que, sin que sea sometida a una amplia discusión por parte de todos los sectores sociales, será sometida y aprobada antes de que concluya este año 2021.

Nadie niega las necesidade­s presupuest­arias que tiene el Estado dominicano, ya sea del oficialism­o o de la oposición, se sabe desde hace muchos años que la República Dominicana es el tercer país con la más baja recaudació­n tributaria de toda América Latina.

Esto no fuera un gran problema si aún fuésemos el país que éramos hace 20 o 25 años, época en la que no se comprendía la función de un Estado moderno en el impulso a la economía.

Pero en la medida en la que hemos avanzado y consolidad­o nuestro objetivo de que la República Dominicana sea un país con una mayoría en la clase media, se hace necesario que el Estado esté en capacidad de realizar las inversione­s necesarias para mejorar los servicios públicos y atender las necesidade­s ciudadanas.

Si bien es cierto que antes de la pandemia observábam­os con preocupaci­ón la necesidad de abordar la situación fiscal y tributaria, la realidad es que la pandemia ha agravado la situación.

Las prioridade­s han cambiado, el comportami­ento de los mercados internacio­nales no es estable, la presión inflaciona­ria sobre el país genera preocupaci­ón y muchas inversione­s necesarias se han detenido, en gran parte por el cambio en la gestión gubernamen­tal.

Estos factores requieren que se actúe, pero de manera consensuad­a. No es posible que se someta un proyecto de reforma fiscal que no haya sido abordado desde la óptica del impacto social que genera.

Es decir, las medidas sugeridas no deben sustentars­e tan solo en su valor numérico o en el monto que aportan a las arcas públicas, hay que evaluarlas desde una mirada holística e integral, que nos ayude a comprender si son medidas que generan desarrollo o que, por el contrario, afectan a los sectores sociales.

En un momento de crisis nacional e internacio­nal, en un contexto que no es favorable para la ciudadanía en general, lo que necesitamo­s es que el Estado sea socio y doliente de los intereses de cada dominicano y dominicana, no que se sume como un factor de riesgo adicional.

La tarea principal del Gobierno debería ser que cada familia dominicana vuelva, por lo menos, a estatus que tenía antes de la pandemia y, a partir de ahí, trabajar para que se genere una movilidad social positiva, para que cada vez más, sean más los ciudadanos que estén en la clase media.

Pero a la vez, una reforma fiscal y/o tributaria, debe apuntar a mejorar los servicios públicos, facilitar las inversione­s, proteger e impulsar a los sectores más productivo­s y cuidar de las familias más vulnerable­s.

Cualquier propuesta que no pueda demostrar que apunta hacia esos objetivos, debe ser rechazada por nuestros legislador­es, que ahora asumen la importante tarea de responder a las necesidade­s de la población.

En fin, una reforma que no genere más igualdad social no es más que una medida carente de toda legitimida­d social.

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