Listin Diario

La diosa Juno

- JOAN BOSCH I PLANAS

Antiguamen­te, a la isla canaria de La Palma se la conocía por Junonia mayor o isla de Juno, como decían los mapas de la época. Y era “mayor” para diferencia­rla de La Gomera, otra de las islas del archipiéla­go, a la cual la llamaban del mismo modo, pero esta era menor, o sea: Juno menor. Más tarde, sus pobladores la llamaron Benahoare, nombre que traducido de su lengua significa “mi tierra” o “mi patria.” No obstante, Juno, era/es la diosa del aire y como que las dos islas eran tan altas que sus cimas se introducía­n en el espacio del cielo i del aire, se creía que Juno podría cuidar de ellas. Cabe decir que aún es más alto el volcán Teide, pero solamente se alza y ocupa un espacio determinad­o de la isla de Tenerife, en cambio en La Palma era toda la isla la que contemplab­a desde sus costas, una progresiva altura que se iniciaba en el mar y terminaba en sus cumbres. No se ha encontrado informació­n que indique de manera razonada porqué su nombre pasó a denominars­e La Palma.

Como todo aquello que pisaban los castellano­s, a La Palma le llegó también la hora de ser conquistad­a y con ella sus autóctonos benahoarit­as, los cuales una buena parte tuvo que integrarse en la nueva sociedad y otros fueron vendidos como esclavos en la península española. Fue la penúltima isla del archipiéla­go en ser conquistad­a antes de que lo fuera Tenerife, la cual se les resistió bastante. Eran los últimos años del siglo XV y ya se sabe que en aquellos tiempos quien no marchaba a conquistar alguna cosa es que era burro y como que al oficio de conquistad­or podía acceder cualquiera si tenía permiso y aceptaba cobrar comisiones, el Adelantado sevillano Pedro Fernández de Lugo, después de terminar su tarea de las islas se fue a Colombia para descubrir y conquistar un poco más hasta la muerte, la cual le sobrevino en Santa Marta, donde sigue enterrado. Mientras tanto, en La Palma pasaba de todo. Llegan negros africanos capturados como esclavos para trabajar y producir la caña de azúcar y la cosa llega a funcionar tan bien que la isla crece y pasa a formar parte del circuito comercial y de transporte EuropaAmér­ica hasta que los piratas se dan cuenta y saquean e incendian la ciudad, hechos que obligan a construir defensas y murallas físicas. Aun así, se vuelve a producir vino para salvar la nueva crisis que genera la competenci­a de la producción de azúcar de las grandes plantacion­es en las nuevas tierras americanas y el éxodo de palmeros y canarios en general hacia Venezuela empieza a ser tan importante que los recién llegados fundan gran cantidad de ciudades en aquella colonia. Los denominado­s “isleños” crean asiento y hacen historia, instituyen­do una relación que se ha mantenido durante siglos.

En la actualidad, La Palma, incluso cambió su geografía y mantiene amenazada la flora exuberante y el ecosistema que permitió ser Reserva Mundial de la Biosfera. La diosa Juno tiene que renovarle el aire.

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